Redacción
Australia.- Un estudio reciente publicado en ‘PLOS Medicine’ el 14 de mayo, liderado por Yuming Guo y su equipo de la Universidad de Monash en Australia, ha revelado cifras alarmantes sobre la mortalidad relacionada con las olas de calor en todo el mundo. El análisis abarcó un período de casi tres décadas, desde 1990 hasta 2019, y examinó datos de 750 ubicaciones en 43 países, utilizando la Red de Investigación Colaborativa Multi-Country Multi-City (MCC).
Durante este período, se estimó que más de 150 mil personas perdieron la vida cada año debido al estrés térmico extremo provocado por las olas de calor. Esto representó un promedio de 236 muertes por cada diez millones de habitantes, o aproximadamente el 1% de las muertes totales en el mundo durante las estaciones cálidas.
Aunque Asia registró el mayor número absoluto de muertes relacionadas con las olas de calor, fue Europa la que experimentó la tasa más alta de mortalidad ajustada por población, con 655 muertes por cada diez millones de habitantes. Dentro de Europa, países como Grecia, Malta e Italia enfrentaron las tasas más altas de exceso de mortalidad debido al calor extremo.
Los investigadores también observaron patrones geográficos distintivos en la distribución de estas muertes, con áreas particularmente afectadas en el sur y el este de Europa, así como en regiones que abarcan desde el norte de África hasta el sur de Asia. Se destacó que las regiones con climas secos y bajos ingresos medianos fueron las más afectadas.
Los hallazgos del estudio resaltan la necesidad de acciones urgentes por parte de los gobiernos y la comunidad internacional para abordar tanto los riesgos inmediatos como los efectos a largo plazo del cambio climático en la salud humana. Los autores enfatizan la importancia de implementar políticas de mitigación del cambio climático, sistemas de alerta temprana de calor, planificación urbana sostenible, programas de apoyo social y de salud pública, así como iniciativas educativas y de participación comunitaria.
En un comunicado, los autores del estudio subrayaron la necesidad de un enfoque integral para minimizar la vulnerabilidad y la desigualdad ante las olas de calor, reconociendo que la salud pública global depende de acciones coordinadas y efectivas para enfrentar este desafío creciente.