Para combatir la escasez de agua en la región fronteriza de Baja California, la Comisión Estatal del Agua (CEA) anunció la construcción de la Planta Desalinizadora Rosarito, un ambicioso proyecto que requerirá una inversión de 13 mil 130 millones de pesos (690 millones de dólares). La planta se construirá con la finalidad de abastecer de agua potable a Tijuana, Playas de Tijuana, Rosarito y áreas cercanas, zonas que han experimentado un crecimiento acelerado en las últimas décadas.
Actualmente, Tijuana depende del Acueducto Río Colorado-Tijuana, que transporta agua desde el río Colorado, proveniente de Estados Unidos. Sin embargo, ante el riesgo de futuras reducciones en el suministro y el alto costo energético de bombear el agua a través de largas distancias y sobre la Sierra de La Rumorosa, la nueva planta busca proporcionar una solución local y sostenible.
La Planta Desalinizadora Rosarito utilizará tecnología de ósmosis inversa para extraer agua dulce de 8.8 metros cúbicos por segundo de agua de mar, generando un flujo de 4.4 metros cúbicos de agua potable por segundo. Este proceso, basado en el uso de membranas semipermeables, permite separar las sales del agua a través de alta presión, y la corriente residual salina resultante será devuelta al océano mediante el Canal de Descarga de la Central Termoeléctrica Presidente Juárez.
La CEA señala que este sistema reducirá en un 36 % la energía eléctrica que actualmente demanda el suministro de agua a Tijuana desde el Río Colorado, lo cual contribuirá a un ahorro energético significativo. Además, el proyecto contribuirá a frenar la intrusión salina en los acuíferos locales, un problema creciente en la región debido a la sobreexplotación de los mantos freáticos.
Para los consumidores, el agua desalinizada tendrá un costo comparable a los precios actuales de servicio. Según cifras del CEA, el costo residencial actual es de 15.48 pesos por metro cúbico, mientras que para usuarios industriales o comerciales asciende a 47.64 pesos. Con esta inversión, la planta espera asegurar el suministro de agua potable en el largo plazo, en un contexto donde la crisis hídrica es un problema crítico para la calidad de vida de la población.
El proyecto de la planta desalinizadora, que se alimentará de instalaciones existentes de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), será clave para responder al crecimiento urbano y al cambio climático, ofreciendo un modelo de gestión del agua que podría replicarse en otras zonas costeras de México.