Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos el próximo 20 de enero, su equipo ha iniciado preparativos para implementar políticas migratorias drásticas. Tom Homan, designado como Zar fronterizo, anunció en Eagle Pass, Texas, la planeación de una operación de deportación masiva y la construcción de megacárceles para indocumentados.
«Habrá una deportación masiva porque acabamos de salir de una crisis de migración ilegal», declaró Homan durante una visita a la frontera acompañado por Greg Abbott, Gobernador de Texas y firme opositor a la migración. Según Homan, nueve de cada diez solicitudes de asilo resultarán en órdenes de deportación.
Texas ha ofrecido hasta 600 hectáreas para la construcción de centros de detención. La Comisionada de Tierras de Texas, Dawn Buckingham, indicó que su oficina está identificando más terrenos, afirmando que están dispuestos a colaborar con la nueva administración federal.
En respuesta, la Presidenta Claudia Sheinbaum criticó las amenazas de Trump de imponer aranceles del 25% a productos mexicanos si el Gobierno no detiene la migración y el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos. Sheinbaum señaló que tales medidas perjudicarían tanto a México como a Estados Unidos.
«A un arancel, vendrá otro en respuesta. No es con amenazas como se atenderán el fenómeno migratorio ni el consumo de drogas en Estados Unidos», afirmó. Subrayó que empresas como General Motors y Ford, con décadas de operaciones en México, se verían afectadas, generando inflación y pérdida de empleos en ambos países.
Sheinbaum demandó respeto mutuo en la relación bilateral y reafirmó la postura de México como un país soberano. «Aquí no hay subordinación. Somos un gran país y saldremos adelante», concluyó.
La creciente tensión entre ambos gobiernos marca un inicio complicado para la relación bilateral en el próximo mandato de Trump, con la migración y el comercio como principales puntos de discordia.