El Centro Europeo de Física de Partículas (CERN), con sede en Ginebra, anunció este jueves un hallazgo sin precedentes en el campo de la física nuclear: la transmutación artificial de plomo en oro dentro del Gran Colisionador de Hadrones (LHC), el acelerador de partículas más potente del planeta.
La transformación se produjo en el marco del experimento ALICE (A Large Ion Collider Experiment), uno de los proyectos más ambiciosos del CERN. Según detalló la organización científica, esta conversión se logró a través de un nuevo mecanismo de colisiones cercanas entre núcleos de plomo, y no por bombardeo con neutrones o protones, como en intentos previos registrados en el pasado.
“Los núcleos de oro emergen de la colisión con una energía muy elevada y golpean el tubo del haz del LHC o los colimadores en varios puntos aguas abajo, donde se fragmentan inmediatamente en protones individuales, neutrones y otras partículas”, explicó el CERN. El oro producido existe apenas por una fracción de segundo antes de desintegrarse.
Aunque la conversión del plomo en oro ha sido durante siglos una obsesión alquímica y un símbolo de la búsqueda del conocimiento absoluto, este nuevo avance confirma que el proceso es científicamente posible, aunque inviable en términos prácticos o industriales, dada la fugacidad del resultado y la enorme energía requerida.
El CERN también recordó que el desarrollo de la física nuclear en el siglo XX ya había demostrado que elementos pesados pueden transformarse en otros por procesos naturales, como la desintegración radiactiva, pero ahora se ha logrado una conversión artificial con una base experimental inédita.
Este resultado, más allá del valor simbólico de convertir un metal en otro, representa un paso significativo en la comprensión de los procesos de formación de elementos pesados en el universo y en la exploración de los límites de la materia en condiciones extremas.