El pasado miércoles 14 de mayo, el Sol emitió una intensa llamarada solar de clase X2.7, la más potente registrada en lo que va del año, informó la NASA. La explosión de energía alcanzó su punto máximo a las 4:25 a.m. (hora del Este) y fue captada por el Observatorio de Dinámica Solar, que registró el fenómeno en luz ultravioleta extrema, destacando el material altamente caliente liberado durante la erupción.
Las llamaradas solares se clasifican en categorías A, B, C, M y X, siendo esta última la más poderosa. Una llamarada X2.7 representa un evento considerable y poco frecuente. Según la NASA y el Centro de Predicción del Clima Espacial (SWPC, por sus siglas en inglés) de la NOAA, el estallido se originó en la región activa 4087, que recientemente ha mostrado signos de intensa actividad solar.
Aunque no se prevé que esta llamarada haya emitido una eyección de masa coronal (CME) dirigida a la Tierra, los expertos advierten sobre posibles impactos en sistemas tecnológicos sensibles. “Las erupciones solares pueden perturbar las comunicaciones por radio, las redes eléctricas, los sistemas de navegación GPS y representar un riesgo para satélites y astronautas”, explicó la NASA en su cuenta oficial NASA Sun & Space en la red X (antes Twitter).
Además de esta erupción, el martes 13 de mayo se había registrado otra llamarada de clase X1.2, mientras que el 28 de marzo se documentó una de clase X1.1, lo que sugiere un incremento en la actividad solar en las últimas semanas. Según la NASA, en los días recientes se reportaron 6 llamaradas de clase M, 2 de clase X y 43 eyecciones de masa coronal.
Los científicos también han observado la aparición de una nueva región de magnetismo unipolar en rotación hacia la Tierra, lo que podría derivar en más tormentas solares en los próximos días. Si bien la radiación de estas erupciones no atraviesa la atmósfera terrestre ni representa un riesgo directo para la salud humana, sí puede afectar los sistemas de comunicación en el espacio y las capas altas de la atmósfera.
La NASA recomienda estar atentos a los informes del Centro de Predicción del Clima Espacial de la NOAA, que emite pronósticos, vigilancias y alertas sobre estos fenómenos. La comunidad científica sigue monitoreando de cerca la actividad solar, ya que el ciclo solar actual se encuentra en una fase ascendente que podría prolongarse hasta 2025.