El gobierno del expresidente Donald Trump tomó una medida sin precedentes este jueves al revocar a la Universidad de Harvard su autorización para admitir estudiantes internacionales, afectando directamente a miles de alumnos extranjeros matriculados en una de las instituciones académicas más prestigiosas del mundo.
La decisión fue notificada a través de una carta firmada por la secretaria del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), Kristi Noem, quien informó que, con efecto inmediato, el programa de Estudiantes y Visitantes Extranjeros de Harvard quedaba cancelado.
“Esto significa que Harvard ya no puede matricular a estudiantes extranjeros y que los estudiantes extranjeros actuales deben transferirse o perderán su estatus legal”, detalló el DHS en un comunicado oficial.
La drástica sanción fue justificada por el gobierno republicano bajo el argumento de que la universidad ha “creado un ambiente inseguro” en su campus, permitiendo presuntamente la actividad de “agitadores antiestadounidenses y proterroristas” que habrían acosado física y verbalmente a estudiantes judíos.
“Es un privilegio, no un derecho, que las universidades matriculen a estudiantes extranjeros y se beneficien de sus mayores pagos de matrícula”, declaró Noem. “Harvard tuvo muchas oportunidades de hacer lo correcto. Se negó”, añadió.
El Departamento también argumentó que la institución había incumplido con solicitudes legales durante una investigación en curso, lo que precipitó la revocación de su certificación en el Programa de Estudiantes y Visitantes de Intercambio.
El impacto será significativo. Según The New York Times, la matrícula anual de Harvard asciende a 59,320 dólares, y el costo total, incluyendo alojamiento y alimentación, puede superar los 87 mil dólares. Los estudiantes internacionales, en particular, suelen pagar una proporción mayor de los costos educativos, representando una fuente clave de ingresos para la universidad.
Aunque la Administración Trump ya no está en funciones, esta acción se inscribe en su política migratoria y educativa de línea dura, y podría reavivar el debate sobre los derechos de las universidades y los límites de la intervención federal en la educación superior.
Hasta el momento, Harvard no ha emitido un posicionamiento oficial sobre la revocación. Expertos legales anticipan una posible batalla judicial, ya que el fallo pone en riesgo el estatus migratorio de miles de estudiantes de todo el mundo y genera nuevas tensiones en el sistema educativo estadounidense.