La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito tecnológico está generando una transformación sin precedentes, no solo en los procesos productivos, sino en la forma en que se conciben los empleos del futuro. Lejos de desplazar a las personas, la automatización y los modelos generativos están dando lugar a nuevas funciones y exigiendo habilidades que van más allá del conocimiento técnico.
Así lo afirmó Yvonne Bonnet, cofundadora de Resilient Co y especialista en reclutamiento para el sector tecnológico, quien subrayó que “los roles en tecnología no desaparecen, cambian y requieren adaptarse”. A su juicio, el motor del cambio no es la sustitución de trabajadores por máquinas, sino la reinvención del trabajo y la creación de nuevas oportunidades profesionales.
Uno de los sectores con mayor impacto ha sido el desarrollo de software, donde herramientas como GitHub Copilot —impulsadas por OpenAI— asisten en tareas básicas de codificación, permitiendo a los programadores enfocarse en proyectos más estratégicos. Lo mismo ocurre con los testers manuales, cuyo trabajo ha sido optimizado mediante plataformas de automatización como Selenium y Test.ai.
En atención al cliente, soluciones como los chatbots de Zendesk o Intercom permiten responder consultas frecuentes de forma eficiente, dejando a los agentes humanos la resolución de casos complejos que requieren juicio o empatía.
No obstante, la transformación del empleo no se limita a la automatización. Según Bonnet, hoy se demandan perfiles que integren inteligencia artificial desde etapas tempranas de su carrera. “Ya no se trata solo de programar, sino de saber cómo interactuar con modelos de lenguaje como ChatGPT, Claude o Gemini, e incorporarlos en productos o servicios”, apuntó.
La evolución ha traído consigo nuevos perfiles laborales, como ingenieros y arquitectos de datos, diseñadores de experiencia de usuario con enfoque en IA, y responsables de ética tecnológica. Este último, conocido como Ethics Officer, tiene la misión de asegurar que los algoritmos sean utilizados de manera justa, transparente y responsable.
La clave, subraya Bonnet, está en fomentar una cultura de aprendizaje ágil, que no se limite a la adquisición de habilidades técnicas, sino que también potencie competencias como la creatividad, el liderazgo y la empatía. “Estas cualidades son fundamentales para aplicar la tecnología de forma ética y efectiva”, señaló.
Por su parte, Conchita Díaz, líder de formación en IA y Big Data para Google Cloud en Europa, Medio Oriente y África, coincidió en que el progreso tecnológico no cierra puertas, sino que amplía horizontes. No obstante, advirtió que la empatía humana sigue siendo insustituible, especialmente en áreas como la salud, la educación o el liderazgo.
“Los modelos generativos amplifican las capacidades cognitivas, pero jamás reemplazan la humanidad”, indicó Díaz. En su visión, el verdadero desafío consiste en liderar la transformación sin perder de vista los valores que solo las personas pueden aportar. La colaboración entre seres humanos y tecnología, concluyó, será el verdadero motor del futuro laboral.