De 300 a 400 sustancias tóxicas producidas por hongos circulan actualmente en el mundo y podrían ser responsables de entre el 5 y el 30 por ciento de los casos de cáncer de hígado, alertó la científica mexicana Sara Esther Valdés en un comunicado difundido por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Estas sustancias, conocidas como micotoxinas, derivan del metabolismo de hongos verdaderos —del reino Fungi— y se generan de manera natural en moho de los géneros Aspergillus, Fusarium y Penicillium. Se desarrollan en condiciones de humedad y pueden contaminar alimentos en cualquier etapa del proceso: cultivo, cosecha, almacenamiento, transporte o venta, advirtió la experta.
Uno de los tipos más peligrosos son las aflatoxinas, que afectan cultivos básicos como el maíz y el maní, y que han sido ampliamente estudiadas por su potencial cancerígeno a largo plazo.
Valdés subrayó que este fenómeno tiene un alcance global. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que una de cada cuatro cosechas de granos en el mundo está contaminada por micotoxinas, lo que provoca pérdidas económicas por miles de millones de dólares cada año, además de consecuencias sanitarias severas.
Entre los efectos sobre la salud se encuentran, además del cáncer, mutaciones genéticas, trastornos hormonales, gastrointestinales, renales, vasculares, inmunológicos y neurológicos. Algunas micotoxinas incluso actúan como inmunosupresores, debilitando las defensas del cuerpo y aumentando la vulnerabilidad frente a enfermedades infecciosas.
Aunque diversos países han establecido normas para limitar los niveles de estas toxinas en los alimentos, la especialista advirtió que estas regulaciones rara vez son conocidas o cumplidas por pequeños productores, lo que agrava el riesgo de exposición.
Para reducir su presencia en el hogar, Valdés recomendó medidas prácticas como almacenar alimentos en recipientes limpios, mantener la cocina libre de restos de comida y planificar las compras para evitar el desperdicio. Recordó que las esporas de los hongos, similares a semillas, pueden permanecer latentes en el aire y activarse cuando encuentran condiciones propicias, como humedad y restos orgánicos.
“Las micotoxinas son una amenaza silenciosa que ya está presente en nuestras mesas. Combatirlas requiere desde políticas públicas hasta acciones domésticas de prevención”, concluyó la científica.