El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a generar polémica al declarar este jueves que evalúa trasladar partidos del Mundial de fútbol 2026 de las ciudades que considere “aunque sea un poco peligrosas”.
El torneo, que por primera vez en la historia será organizado de manera conjunta por Estados Unidos, México y Canadá, tendrá en territorio estadounidense la mayor parte de los encuentros, en un formato ampliado a 48 selecciones nacionales.
Entre las sedes designadas destacan ciudades consideradas bastiones demócratas, como Los Ángeles, con ocho partidos programados, así como San Francisco y Seattle, con seis cada una.
“Será seguro para la Copa del Mundo. Si creo que no es seguro, la trasladaremos a otra ciudad”, dijo Trump a periodistas desde el Despacho Oval, reiterando que no permitirá que el evento se desarrolle en urbes que considere riesgosas.
Seguridad y tensiones políticas
El mandatario republicano ha desplegado en distintas ocasiones a la Guardia Nacional en ciudades gobernadas por demócratas, en medio de objeciones de autoridades locales. Durante su declaración, mencionó estadísticas de criminalidad en Chicago, que no figura como sede del torneo, y también se refirió a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028.
“Si creemos que alguna ciudad puede ser mínimamente peligrosa para el Mundial o para los Juegos Olímpicos, no lo permitiremos, lo trasladaremos a otro lugar”, insistió.
FIFA respalda la organización
Trump se nombró a sí mismo a principios de año como presidente de un grupo de trabajo de la Casa Blanca para la Copa del Mundo, pese a que el evento es organizado por la FIFA, organismo rector del fútbol mundial.
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, cercano a Trump, ha expresado que el organismo tiene “plena y total confianza” en el gobierno estadounidense para garantizar que el torneo sea un éxito.
Con estas declaraciones, el mandatario abre un nuevo frente de incertidumbre rumbo al Mundial 2026, que marcará un hito por su magnitud y que tiene como reto no solo lo deportivo, sino también la seguridad y la estabilidad política en las ciudades anfitrionas.