Un rayo de esperanza ilumina el futuro de miles de familias que enfrentan la epilepsia infantil. Investigadores australianos anunciaron el desarrollo de una herramienta de inteligencia artificial (IA) capaz de detectar pequeñas malformaciones cerebrales, invisibles incluso para los escáneres más avanzados, que podrían marcar la diferencia entre una vida de crisis constantes y la posibilidad de una cirugía curativa.
La epilepsia afecta a uno de cada 200 niños y, en cerca de un tercio de los casos, los medicamentos no logran controlar las crisis. Una de sus causas más frecuentes son las anomalías estructurales del cerebro. Sin embargo, muchas veces estas lesiones son tan pequeñas que se esconden en lo profundo de los pliegues cerebrales y no aparecen en las resonancias magnéticas (IRM).
Un equipo liderado por la neuróloga pediátrica Emma Macdonald Laurs, del Hospital Real de Niños de Melbourne, entrenó un sistema de IA con imágenes cerebrales para identificar lesiones diminutas, algunas tan pequeñas como un arándano. “Frecuentemente pasan desapercibidas y muchos niños no son considerados candidatos para cirugía”, explicó la especialista.
El estudio, realizado en el Instituto de Investigación para Niños Murdoch, mostró resultados sorprendentes: al combinar resonancias magnéticas con exploraciones PET, la herramienta logró una tasa de éxito del 94% en un grupo de prueba y del 91% en otro. De los 17 niños estudiados, 12 fueron sometidos a cirugía, y 11 de ellos ahora están libres de crisis.
“Esta herramienta no reemplaza a los radiólogos ni a los especialistas, pero actúa como un detective que nos ayuda a juntar las piezas del rompecabezas más rápido para ofrecer una cirugía que puede cambiar la vida”, destacó Macdonald Laurs.
El siguiente paso será aplicar esta innovación en entornos hospitalarios con pacientes aún no diagnosticados. De confirmarse su eficacia, la IA podría convertirse en un aliado decisivo para transformar la atención de la epilepsia infantil en todo el mundo.
Con cada avance tecnológico, la ciencia se acerca un poco más a ofrecer no solo tratamientos, sino oportunidades de vida para quienes, hasta ahora, enfrentaban un futuro limitado por las convulsiones.