El Alzheimer, una de las enfermedades neurodegenerativas más devastadoras del mundo, provoca un deterioro progresivo de la función cognitiva. Sin embargo, el primer tipo de memoria que se ve afectado no es la más lejana, sino la más reciente: la memoria episódica, responsable de almacenar recuerdos personales de eventos vividos en un contexto temporal y espacial.
Esta forma de memoria permite recordar hechos cotidianos como “ayer fui al mercado” o “esta mañana tuve una reunión”. Pero en los pacientes con Alzheimer, ese tipo de recuerdos comienzan a desvanecerse prematuramente.
De acuerdo con estudios del National Institutes of Health (NIH) y la revista Neurobiology of Aging, las alteraciones en la memoria episódica son uno de los signos iniciales más relevantes del Alzheimer. El Centro Nacional para la Información Biotecnológica (NCBI) agrega que tanto la memoria de trabajo como la declarativa a largo plazo también empiezan a deteriorarse en fases tempranas de la enfermedad.
¿Cómo se manifiesta el olvido temprano?
Los primeros síntomas suelen ser sutiles, pero progresivos: olvidar conversaciones recientes, perder objetos y no recordar dónde se dejaron, o tener dificultades para aprender información nueva.
La Asociación de Alzheimer y la Clínica Mayo explican este fenómeno con la Ley de Ribot, que sostiene que los recuerdos recientes son más vulnerables al daño neurológico que los antiguos, debido a la forma en que el cerebro los consolida.
¿Por qué sucede este patrón?
El olvido temprano está relacionado con la afectación del hipocampo y las regiones entorrinal y parahipocampal, áreas esenciales para la formación de nuevos recuerdos.
El Instituto Nacional sobre el Envejecimiento de Estados Unidos detalla que la acumulación de placas de beta-amiloide y ovillos de proteína tau destruye las redes neuronales encargadas de la memoria episódica, impidiendo registrar y recuperar experiencias recientes.
La ciencia lo confirma
Una revisión publicada en ScienceDirect (2015) concluyó que la memoria episódica es la más sensible al envejecimiento y la primera en deteriorarse con el Alzheimer.
Más recientemente, el NIH, en su reporte 2025 sobre demencias, reafirma que la pérdida de recuerdos recientes es uno de los primeros síntomas detectables de la enfermedad, antes incluso de la desorientación o la dificultad para razonar.
Señales de alerta que no se deben ignorar
- Olvidar información recién aprendida o repetir preguntas con frecuencia.
- Depender de notas o recordatorios para tareas habituales.
- Confundir fechas, lugares o eventos recientes.
- Desorientarse al realizar tareas nuevas o poco comunes.
Detectar estos signos puede facilitar un diagnóstico temprano y un tratamiento más eficaz, destacan los especialistas.
La importancia del diagnóstico precoz
Reconocer los cambios en la memoria episódica permite identificar el Alzheimer en sus primeras fases, cuando aún es posible implementar estrategias para ralentizar su avance y mejorar la calidad de vida del paciente.
En palabras de los investigadores, el Alzheimer no borra los recuerdos de inmediato: comienza por desdibujar el presente. Y en esa pérdida gradual de lo cotidiano, se esconde una de las claves más valiosas para enfrentarlo a tiempo.