Golpea como un apagón que desordena todo: el ruido duele, la luz lastima y las palabras se desvanecen mientras el cerebro se concentra en resistir la punzada. Para miles de mexicanos, esta escena es parte de su vida cotidiana.
La migraña, un trastorno neurológico frecuente y altamente incapacitante, sigue siendo subestimada en el sistema de salud. De acuerdo con el neurólogo Rogelio Domínguez, muchos pacientes pasan décadas sin un diagnóstico adecuado, sobrevivientes de tratamientos incompletos y del uso excesivo de analgésicos.
“Hay pacientes que llevan 20 años y nunca nadie les dijo que necesitaban algo más que solo un analgésico”, advierte el especialista, quien señala que la primera consulta —generalmente en un consultorio de medicina familiar— representa un punto crítico que se desaprovecha sistemáticamente.
Diagnósticos tardíos y tratamientos insuficientes
Domínguez explica que en la primera atención deberían detectarse signos clave para iniciar un tratamiento adecuado, algo que rara vez sucede. “Cuando nos llegan, muchas veces no les han dado ni lo básico”, afirma.
El abuso de analgésicos complica aún más el panorama, pues puede generar un tipo de cefalea secundaria más difícil de tratar.
Los pacientes deben ser referidos a un neurólogo cuando:
- el tratamiento inicial falla,
- hay dudas sobre el diagnóstico,
- existe abuso de analgésicos,
- o se presentan “banderas rojas” como vómito persistente o síntomas neurológicos.
Un cerebro hipersensible al entorno
La migraña no es solo dolor: es un cerebro que reacciona de forma distinta. Luz, temperatura, estrés, desvelos, alimentos o cambios hormonales pueden detonar una crisis. Sin embargo, cada paciente tiene detonantes diferentes, por lo que la atención debe ser personalizada.
El especialista detalla que es esencial evaluar:
- la frecuencia de los episodios,
- la intensidad,
- los síntomas acompañantes,
- y comorbilidades como ansiedad o depresión.
¿La migraña tiene cura?
No es definitiva ni permanente, pero se comporta como “olas”: etapas de control y momentos de crisis. Existen tratamientos preventivos que deben mantenerse entre 6 meses y 2 años, dependiendo de la severidad. Estos se retiran gradualmente cuando disminuyen los días de dolor.
Domínguez subraya que los medicamentos preventivos no actúan de inmediato. Pueden tardar semanas en mostrar resultados, un hecho que muchos pacientes desconocen y que los lleva a abandonar la terapia antes de tiempo.
Vivir con migraña: un riesgo constante
“Las crisis son impredecibles”, señala el neurólogo. Por ello, recomienda que quienes padecen migraña siempre lleven consigo su tratamiento abortivo, especialmente en viajes o cambios importantes de rutina.
Un reto pendiente para la salud pública
Aunque existe suficiente conocimiento para permitir una vida funcional con migraña, el acceso al tratamiento sigue siendo limitado. Entre los pendientes destacan:
- fortalecer la capacitación en el primer nivel de atención,
- garantizar diagnósticos tempranos,
- brindar información clara a los pacientes,
- y diseñar tratamientos individualizados.
“Nos apena recibir pacientes que nunca recibieron lo básico”, lamenta Domínguez. Mientras la migraña continúe minimizada o mal tratada, millones seguirán viviendo entre la rutina y la oscuridad, esperando que el dolor no regrese mañana.