Redacción
México.- El pasado lunes 3 de mayo será recordado como el día en el que ocurrió una de las peores tragedias en el país: el desplome de un tramo de la Línea 12 del Metro en Ciudad de México, que dejó 25 muertos y cerca de 80 heridos.
Cerca de las 22:25 de la noche de aquel día, se escuchó un crujido que llamó de inmediato la atención de las personas que estaban alrededor; no pasaron muchos segundos antes de que la estructura se partiera en dos y callera sobre vehículos que pasaban por ahí, como dicen los abuelos, no estaban ni en el momento ni en el lugar.
“Una trabe (viga), se venció en el momento en el que iba pasando el tren”, dijo la jefa de gobierno Claudia Sheinbaum después de unas horas de que ocurrió la tragedia, en medio de los gritos y el llanto de las personas que buscaban a sus familiares a los alrededores y entre los escombros, esperando que estuvieran bien.
Los reflectores señalaron rápidamente al canciller Marcelo Ebrard, responsable de la construcción de la línea 12 del metro cuando era jefe de gobierno en 2006 a 2012, quien por cierto declaró que “el que nada debe, nada teme”.
Muchas personas se unieron a las labores de rescate, expertos y no tan expertos, pues los mexicanos han demostrado que no necesitan serlo para poder abonar durante una gran tragedia como esta.
Con grúas se logró retirar uno de los vagones que quedó suspendido encima de las vías del metro. La zona fue asegurada porque aún existía el riesgo de otro derrumbe.
De noche y día, familiares estuvieron en búsqueda de sus familiares en todos los hospitales esperando encontrarlos con vida. Desafortunadamente para algunos el reencuentro fue en la morgue.
Tal es el caso del pequeño Brandon de 12 años, quien viajaba con su papá en el vagón. Iba con su mamá pero nunca llegó.
Una desgracia que se pudo haber evitado
Usuarios del metro ya habían denunciado el desgaste y el peligro de este tramo específicamente, pues con los años se fue deteriorando y no se le puso atención para que se le diera mantenimiento.
El último adiós a las víctimas
Con el alma y el corazón destrozados. Así se despidieron de sus hijos, sus esposos, sus papás, sus mamás, de sus familias, quienes perdieron la vida tras el colapso de la línea 12 del Metro.
“¡No te vayas hijo!”, fue el grito vació que lanzó Marisol Tapia frente al ataúd blanco donde ahora descansa su hijo Brandon Giovanny de 12 años, quien perdió la vida el pasado 3 de mayo. Justo antes del accidente iba a encontrarse con ella, habían incluso hablado por teléfono.
Cinco minutos antes, las palabras “ya vamos” fue lo último que escuchó de su pequeño, quien viajaba con su padrastro quien se encuentra recuperándose en un hospital. Ni siquiera faltaba mucho para llegar a su destino, unos kilómetros faltaron.
Marisol no dejaba de abrazar la caja que tenía una foto de él y un rosario. 24 horas pasaron para que supieran que él estaba en la morgue, fue la última víctima en ser identificada.
Él, al igual que los demás fallecidos en el accidente, fueron sepultados en el Panteón San Lorenzo de Tezonco, cerca de donde ocurrió la desgracia.
Luis Adrián de 31 años pide que se haga justicia. Perdió a su papá de 61 años, José Luis Hernández, un mexicano de oficio hojalatero.
“No tengo palabras para describir el dolor. Mi padre era hojalatero, tenía 30 años en ese oficio. No estoy enojado, ni es la justicia del dinero, eso no me va a regresar a mi padre”, dijo.
Nancy Lezama apenas tenía 22 años de edad, iba con su hermana Tania en el Metro el día del accidente. Ella falleció y su hermana jamás podrá volver a caminar.
Liliana López, originaria de Iztzapalapa murió instantáneamente a sus 31 años. Su hijo, un adolescente de 16 años y su esposo tuvieron que enterrarla, en su féretro pusieron su reloj, unas cadenas y pulseras que solía usar.