La pirotecnia, tradicionalmente asociada con celebraciones de Navidad y Año Nuevo, representa un grave riesgo para el bienestar de los animales, alertó la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Aunque para las personas los estruendos suelen ser tolerables, en los animales el impacto auditivo es hasta 100 veces mayor debido a su elevada capacidad para percibir sonidos, lo que puede detonar episodios de estrés agudo y reacciones físicas severas.
La Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia explicó que los efectos del ruido no se limitan a un sobresalto momentáneo. Las detonaciones pueden provocar alteraciones de conducta en perros, gatos y otros animales pequeños, como hiperactividad, agresividad e intentos desesperados por huir del origen del sonido. Al tratarse de estímulos que no pueden anticipar ni comprender, su organismo activa respuestas de estrés que elevan la frecuencia cardiaca, generan temblores y, en casos extremos, ocasionan lesiones durante los intentos de escape.
A estos daños se suma la liberación de residuos químicos derivados de la pirotecnia, como polvo fino y compuestos irritantes, que pueden afectar las vías respiratorias y los ojos de las mascotas, incrementando los riesgos para su salud.
La organización estadunidense Animal Ethics advirtió que los impactos no se limitan a animales de compañía. Investigaciones muestran que la fauna silvestre, aves y animales de zoológicos también presentan reacciones de miedo, estrés y desorientación tras las detonaciones. En el caso de las aves, el ruido puede provocar choques contra edificios, abandono de nidos y alteraciones en sus patrones naturales de alimentación y descanso.
Ante este panorama, especialistas de la UNAM recomendaron que, durante las celebraciones, los dueños de mascotas habiliten un espacio tranquilo y seguro dentro del hogar, con puertas y ventanas cerradas, objetos familiares y, de ser necesario, sonidos suaves que ayuden a amortiguar el ruido exterior. En casos de estrés severo, la Universidad aconsejó acudir con un médico veterinario, quien podrá orientar sobre estrategias conductuales o clínicas para mitigar los efectos adversos de la pirotecnia.