El robo de identidad mediante inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una creciente amenaza para los usuarios de servicios financieros en México, generando pérdidas patrimoniales de entre mil y hasta 50 mil pesos por transacción, según datos de Cecoban, la única empresa autorizada por el Banco de México para operar servicios como cheques, transferencias electrónicas, domiciliaciones y compensaciones de efectivo.
Cecoban advirtió que el avance de las herramientas de IA y su aplicación en imágenes, video y audios ha facilitado la manipulación de datos personales, incrementando el riesgo de fraudes, suplantación de identidad y creación de personas artificiales mediante tecnologías como el deepfake.
“La principal amenaza de la inteligencia artificial en la identidad digital es su uso malicioso, especialmente en combinación con el análisis de grandes bases de datos y técnicas de reconocimiento de patrones”, señaló la institución. Esta tecnología también ha sido usada para mantener la identidad de personas fallecidas o falsificar documentos y solicitudes de crédito.
De acuerdo con un análisis de la consultoría The Competitive Intelligence Unit, el 42.4 por ciento de los jóvenes menores de 21 años desconoce los riesgos de la IA, mientras que solo el 21.9 por ciento de los mayores de 50 años presenta ese nivel de desconocimiento. Esta brecha generacional evidencia la urgencia de campañas de concientización y programas educativos para un uso seguro de la tecnología.
En México, el 18.6 por ciento de los internautas ya utiliza IA, siendo los grupos de entre menores de 21 años y adultos de 31 a 40 años los que más la adoptan (22%). Sin embargo, destaca el grupo entre 26 y 30 años, donde el 72% conoce la tecnología, pero solo el 15% la utiliza en su vida diaria.
El Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México reportó que México ocupa el octavo lugar mundial en robo de identidad, y que los casos vinculados al uso de IA crecieron 218% en 2024 en comparación con 2013. La ciberdelincuencia se ha enfocado en obtener datos personales para alterar solicitudes de crédito, lo que representa un riesgo de hasta 10% en operaciones financieras fraudulentas, con pérdidas que pueden alcanzar los 4.5 millones de dólares para las instituciones.
Especialistas concluyen que, ante este panorama, es vital establecer controles regulatorios, promover la alfabetización digital y robustecer los sistemas de seguridad de las plataformas tecnológicas para enfrentar esta nueva modalidad de fraude.