La violencia que sacude a México en hogares, calles y contra las mujeres tiene un denominador común muchas veces ignorado: el alcohol. Así lo advierte la Red de Acción sobre el Alcohol (RASA), que este miércoles presentó el estudio “La relación del alcohol y la violencia en México”, con datos alarmantes sobre el impacto del consumo de bebidas embriagantes en la salud pública y la seguridad del país.
De acuerdo con la consultora en adicciones Iptsisam Nuyud Yassine, en 2023, el 45% de los homicidios dolosos fueron cometidos por personas bajo los efectos del alcohol. Además, en los estados con mayor consumo per cápita, la tasa de homicidios se eleva en un 30%, según datos del Instituto Nacional de Ciencias Penales.
Las cifras se vuelven más preocupantes al enfocarse en los feminicidios: uno de cada cuatro es perpetrado por agresores alcoholizados. En casos de peleas callejeras, el 60% de las víctimas había ingerido alcohol previamente.
“El alcohol es feminicida”, afirmó de forma contundente el psicólogo Edgar Angulo Rosas durante la presentación del estudio. Para el especialista, el consumo de alcohol es una expresión de violencia estructural y machismo, que se agrava por la falta de regulación efectiva y la permisividad social.
Otro fenómeno que alarma a los expertos es el aumento del consumo nocivo de alcohol entre mujeres adolescentes. Según las estadísticas oficiales, ellas ya beben a niveles similares que los hombres, sin conocer que su riesgo de desarrollar dependencia es mayor y más rápido: mientras los varones pueden tardar una década en presentar adicción, en mujeres el daño se presenta entre cuatro y ocho años.
Alonso Robledo, integrante de RASA, destacó que aunque existen leyes, reglamentos y hasta bandos municipales que buscan controlar la venta y el consumo de alcohol, su aplicación es deficiente. Propuso adoptar medidas respaldadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), como el incremento de impuestos a las bebidas alcohólicas y mayores restricciones a su publicidad y disponibilidad.
El estudio de RASA incluyó entrevistas con profesionales de salud mental en instituciones públicas. Coincidieron en que la mayoría de mujeres que buscan ayuda han sufrido múltiples formas de violencia —psicológica, física, sexual, económica—, y en muchos casos han sobrevivido intentos de feminicidio, casi siempre vinculados al consumo de alcohol por parte de sus agresores.
Los perfiles más comunes de los agresores, según los trabajadores de la salud entrevistados, son hombres jóvenes, de entre 23 y 40 años, con baja escolaridad y consumidores habituales de alcohol o drogas.
Los especialistas alertaron sobre la alta disponibilidad y normalización del consumo de bebidas alcohólicas en el país, incluso entre menores de edad, al encontrarse fácilmente en supermercados, eventos deportivos y tiendas de conveniencia.
“Nos urge una sociedad que cuestione la cultura del alcohol, que entienda que el daño no es solo individual, sino colectivo. No es solo una copa: es una puerta abierta a la violencia”, concluyó Yassine.
La Red de Acción sobre el Alcohol hizo un llamado a autoridades, comunidades y ciudadanía para asumir corresponsabilidad y promover una regulación efectiva que frene el impacto de esta sustancia en la violencia que vive el país.