28 de June de 2024 New York

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AUNQUE LO QUIERO MUCHO, LÓPEZ OBRADOR ESTÁ “LOQUITO” CON SUS SUEÑOS DE GRANDEZA Y CONVERTIRSE EN UN MODERNO NERÓN: CARLOS MONSIVÁIS

-A 14 años de su muerte-

Por: Edmundo Cázarez C.

Este miércoles 19 de junio de un impredecible 2024, se cumplen 14 años de la desaparición física del legendario Carlos Monsiváis, uno de los mejores escritores mexicanos. Considerado como un auténtico intelectual y uno de los mejores cronistas que haya tenido la Ciudad de México.

Dueño de una enorme visión y conocimiento de la vida social y política de nuestro país. A 23 años de distancia de haberme concedido esta histórica entrevista, sus sabias palabras cobran relevancia y actualidad al enfatizar tajantemente: “En México no puede haber una verdadera transformación sin una auténtica izquierda” Además, y desde su óptica, consideraba que, el ahora ya difunto PRD, se había convertido en una cueva de caníbales políticos, muchos de los cuáles, hoy, ocupan cargos de relevancia dentro del partido político en el poder MORENA

A manera de un sencillo reconocimiento a su incansable labor literaria y periodística, es mi deseo publicar nuevamente, pero está vez y de manera completa, aquella entrevista exclusiva que me concedió, y que en ese entonces se publicó de manera simultánea en los periódicos El Sol de México, La Prensa y los diarios que integraban Organización Editorial Mexicana, los días 3 y 4 de agosto de 1999, pero debido a la línea editorial existente, dejó fuera interesantes anécdotas y contundentes afirmaciones que comparto con usted, mi muy estimado lector a través de este prestigiado portal de noticias MISIÓN POLÍTICA.

Dice el refrán que el que persevera alcanza, optamos por no declinar en mi propósito para que me recibiera y conversar con él. Aunque este reportero le pareciera ser una verdadera “plaga” o fastidio, una y otra vez, le hacía llamadas telefónicas en busca de la entrevista exclusiva, tanto a su celular personal como al teléfono de su casa. Hasta que, por fin, tuvo a bien fijar una fecha y hora tentativas para la realización de la entrevista. De esta manera y sin pensarlo más, acudí a la cita programada. Pero dentro de mí, sabía perfectamente que podría surgir cualquier imprevisto y excusa para que alargara más tiempo su realización, y quizás, sería la última vez que pudiera estar frente a él… ¡Y de manera exclusiva!!

No obstante que su trato era sencillo y amable, resultaba sumamente difícil lograr que Carlos Monsiváis aceptara una entrevista exclusiva, derivado por sus múltiples compromisos con estaciones de radio y televisoras, en donde era muy frecuente ver sus valiosas participaciones en mesas de debate sobre temas muy diversos. Aunado al sinnúmero de conferencias que ofrecía en universidades e institutos de educación superior en todo el país, en donde, literalmente, era objeto de nutridas ovaciones por parte de los asistentes.

Al recibirnos en el portón principal que daba acceso a su “refugio intelectual”, justo al momento en abrir una pequeña puerta metálica de color negro, totalmente deteriorada por el paso del tiempo y que pareciera pedir a gritos le dieran mantenimiento, se escapa un agudo y hasta tétrico ruido que, quizás, asemejaba como si se tratara de una mansión embrujada.

A “Monsi”, se le nota desganado, desalineado, sin bañarse y portando una camisa color negro de manga larga y un suéter abierto de estambre color gris con los puños totalmente desgastados y manchados de café o refresco.

Rodeado y fuertemente custodiado por sus 18 tiranos, la alborotada melena llena de canas de Carlos Monsiváis, es lo único que resalta entre un montón de libros, periódicos, revistas y papeles de todo tipo y color, que hay sobre la cubierta de un destartalado y viejo escritorio de madera color café, situado en el interior de un rudimentario y pequeñísimo e improvisado estudio/biblioteca. Misma que es celosamente vigilada por sus 18 gatos de todos colores, tamaños y razas que se han adueñado materialmente de la planta baja de una muy vetusta casona ubicada en el viejo barrio de San Simón, en la populosa colonia Portales, de la Ciudad de México.

En este lugar, el orden y la limpieza, es lo que menos importan. Los gatos han establecido su poderío, a tal grado que nuestro personaje se tiene que conformar con sentarse solamente en la orilla de un muy desgastado sillón giratorio de vinyl color ámbar. Además, su refugio intelectual es tan reducido, que, al saltar los gatos de un lado a otro, derriban las torres artificiales de libros, motivo por el cuál, “Monsi”, se distrae constantemente durante el desarrollo de la entrevista.

Los cristales de sus grandes anteojos, parte importante de su personalidad, parecen resguardar la cansada vista de mi entrevistado. Esbozando una forzada sonrisa y a manera de bienvenida, exclama: “Me van a perdonar el tiradero que hay, la verdad, es que no he tenido tiempo de darle una “arregladita a mi estudio”, lo expresa al percatarse que hacemos verdaderos malabares para no pisar los excrementos de los gatos, previo al inicio de la entrevista.

De manera amable, me solicita que sea una charla entre amigos, porque argumenta que las solemnidades, simple y sencillamente “le cagan”.

―Lo veo en televisión, en el cine, leo sus artículos en periódicos y revistas, lo escucho en la radio, he leído sus libros y me pregunto ¿Quién demonios es Carlos Monsiváis que está en todas partes?

―Antes de responder, denota un poco de molestia o estar incómodo por la presencia de sus mascotas que se cruzan una y otra vez, entre quien formula las preguntas y quien las responde. Además, el sofocante calor que se registra en el lugar, intensifica el asfixiante y molesto olor de los orines de los felinos, sin embargo, con su mano derecha, acaricia tiernamente el lomo y la cabeza de uno de ellos y me dice: “Esa, es una pregunta que me deja un tanto a oscuras. Supongo que Carlos Monsiváis, es el propietario de un nombre que está asociado con la publicación de textos. Pero también, supongo que es el propietario bastante incierto de una trayectoria académica incompleta”.

―¿Acaso Carlos Monsiváis camina por la vida dejando a su paso cosas incompletas?

―Antes de responder, suspira profundamente, estira los brazos hacia arriba. Acomoda sus enormes lentes en la nariz y de nueva cuenta, pasa su mano sobre el lomo de uno de sus gatitos que se quedó sentado junto a su amo y protector. “Antes de contestar su pregunta, quiero saber ¿Qué tiene Edmundo Cázarez que lo convierte en un ser irremediablemente irreverente y preguntón? Si le dije incompleta, es porque hice una carrera universitaria pero no me recibí y supongo…

―¿… Cómo un coitus interruptus?

―No, con usted ya no suponga nada, se mete hasta la cocina. ¡¡No, no, ya no suponga…!!

―… ¿Entonces me va a dejar así, sin saber más?

―Bueno, le puedo decir que Monsiváis, es el feliz depositario de la amistad de gente que le importa muchísimo, pero finalmente, estoy convencido de que es el dueño de una incapacidad de decir no y que lo lleva a tener que enfrentarse a un interrogatorio periodístico que comienza con la pregunta imposible ¿Quién demonios es Carlos Monsiváis?

―Bueno, no se me enoje. Me imagino que siempre estuvo convencido de que sería un escritor tan destacado…

―Vaya, vaya. Pues no se ande imaginado cosas porque no creo ser un escritor nada importante, y yo, no tengo porque imaginarme lo que no se cumplió. Ahora resulta que viene a mi casa un intrépido reportero a complicarme la existencia. ¡Bah!!, nada más eso me faltaba.

―¿Cuándo menos conserva algo de su etapa infantil y de cómo la vivió?

-Desdichadamente, y tengo que aceptarlo,

-Bueno, le puedo decir que Monsiváis, es el feliz depositario de la amistad de gente que le importa muchísimo, pero finalmente, estoy convencido de que es el dueño de una incapacidad de decir no, y que lo lleva a tener que enfrentarse a un interrogatorio periodístico que empieza con la pregunta imposible ¿Quién demonios es Carlos Monsiváis?

-Bueno, no se me enoje. Me imagino que siempre estuvo convencido de que sería un escritor tan destacado…

-Vaya, vaya. Pues no se ande imaginado cosas porque no creo ser un escritor nada importante, y yo, no tengo porque imaginarme lo que no se cumplió. Ahora resulta que viene a mi casa un intrépido reportero a complicarme la existencia. ¡Bah!!, nada más eso me faltaba.

-¿Cuando menos conserva algo de su etapa infantil y de cómo la vivió?

-Desdichadamente, y tengo que aceptarlo. No fue una niñez aventurera -Intempestivamente, al paso de un helicóptero a muy baja altura por arriba de su casa, el rostro de “Monsi” se torna adusto, con cierto enfado, me indica que esperemos un segundo mientras la aeronave se aleja del lugar, resultaba casi imposible seguir conversando- “Como le decía, no fue una niñez apasionante en el sentido normal de la ciudad, si, así le podemos llamar, sino que fue una niñez absolutamente libresca”.

-¿A lo mero macho, le gustaban más los libros que las pelotas o los carritos?

-Mi verdadero júbilo, eran las librerías del Centro Histórico… y lo siguen siendo.

-Pero vamos, ¿Cómo se divertía?

-Ah bueno, gocé muchísimo en los cines Estrella, Britania y el Ajusco. En donde pasaban tres películas, lo que me permitió hacerme de una cierta cultura cinematográfica.

-¿La combinación perfecta, el cine con los libros?

-Pues como te decía, también fue una niñez de lectura de folletones con Eugenio Sue, Víctor Hugo, Carlos Dickens, Manuel Payno, así como lecturas azoradas de clásicos, en fin, una verdadera desdicha, porque si algo no tuve…

-¿…Las travesuras propias de los niños…?

-¡Ah, pero…!! ¿Acaso lleva tanta prisa? Lo que no tuve, fue esa infancia belicosa, que después te permite maduraciones tan ostentarías. Carlos Monsiváis fue un niño estrictamente libresco…

-¿…Pues qué aburrido, no?

-Pues sí. Qué se podía esperar de un niño de clase media/baja, pero de a tiro… ¡muy baja!!!

-¿Una infancia de privaciones?

-Pero eso sí, con lo necesario o suficiente para que me pudieran comprar libros, porque veían en mí, que no tenía mayores pretensiones.

-¿Un niño colmado de mimos?

-De nueva cuenta, levanta y estira sus brazos. Se rasca la nuca con la mano derecha. Me observa detenidamente y me dice: “¿Mimos? No, la verdad es que no. Ni mucho menos en exceso. Más bien, la soledad del que está profundamente convencido, que, lo mejor que le puede pasar, es leer una novela de Agatha Christie.

-¿Un prematuro intelectual?

-Creo que fui un buen estudiante hasta la preparatoria, pero tampoco, muy asombroso que digamos.

-¿Un verdadero “nerd” o de plano un burro del montón?

-Tenía buenas calificaciones, pero más que eso, la memoria me ayudaba mucho y permitía enfrentarme a las materias sin mayor problema, aunque transcurrido el examen, ya se hubiese evaporado cualquier conocimiento.

-¿Se iba de pinta?

-Con sonrojo, debo admitir que no fui tan mal escolapio. Mis escapadas de la escuela en la secundaria y preparatoria fueron a las matinées de los cines.

-¿Aspiraba llegar a ser un gran escritor o Secretario de Educación?

-No incursioné en la política. Ni quise saber nada de ella… ¡me daba asco!! Aunque tampoco hubiera podido. No recuerdo haber hablado ni una vez en un acto público, salvo una que otra conferencia o participación en alguna mesa redonda.

-¿Por qué siempre le ha gustado mantenerse en un bajo perfil?

-Siempre fui un preámbulo de lo que soy ahora.

-¿”Monsi”, un ser impredecible?

-Es que no hay demasiadas contradicciones, saltos o salidas abruptas.

-¿Genio y figura hasta la sepultura?

-Desde que me acuerdo, a los 13 o 14 años, soy más o menos la misma persona, tal cual y como usted me lo dijo hace rato, es un profundo aburrimiento, sobre todo, para la gente que no me conoce.

-¿Cómo es que logra despertar ese deseo por escribir?

-Por escribir no, más bien, por la lectura. Es una cosa que se me ha dado desde la infancia. –De pronto, se despoja de sus lentes y limpia los cristales con las yemas de sus dedos, lo cual me sorprende sobremanera-

-¿Qué tenía de bueno o de malo ser hijo único?

-La lectura, fue una pasión que se me dio al lado de ser hijo único, esto, tiene muchas desventajas, pero también, un apoyo enorme el hecho que nadie distrae tu tiempo y era todo para mí. Además, a los seis o siete años de edad, descubrí que nada me absorbía tanto como descifrar signos sobre la página de un libro.

-¿Cuál fue ese primer libro que lo deslumbró?

-Mi primer encuentro quijotesco, fue con la colección Billiken, que me abrió las puertas de una niñez venturosa.

-¿Había lecturas un tanto desechables?

-Leí todas las traducciones de los clásicos y héroes latinoamericanos como Juárez, San Martin, O`Higgins, Bolívar y José Martí. La lectura era una puerta a disposición de mis aficiones, que luego me resultaron perdurables. Así como toda la saga de los personajes de Emilio Salgari, Julio Verne y Miguel Zévaco. En fin, creo que pase una niñez realmente feliz, pero a la vez, un tanto anómala porque viéndolo bien…

-¿Jamás hizo ejercicio o practicaba ningún deporte?

-A lo mejor, dentro de mí, había un gran atleta que se frustró o el comandante de una nave de piratas, pero no fue así.

-¿Ni tan siquiera un alumno emprendedor?

-A fines de la primaria, de pronto, me encontré proponiendo en mi salón que hiciéramos una biblioteca y obtuve un rotundo fracaso.

-¿Y en la secundaria?

-Pasaba la mayor parte del tiempo encerrado en la biblioteca, muy desdichadamente…

-¿Tan poquito se quería?

-Digo que desdichadamente, porque cualquiera hubiera querido una vida aventurera.

-¿Cómo vivió y disfrutó el México de los años 40?

-El México de los años 40`s y 50`s, era bastante apacible en el sentido político, aunque sólo se registró el momento de la irrupción del Henriquismo, hasta eso, fue muy breve.

-¿Ahh, que tiempos aquellos…?

-Era un México muy discreto, recogible, tranquilo, seguro… en lo de seguro, pongo mucho énfasis. También, con una posibilidad de aprovechamiento de ofertas culturales, que después, la masificación ya no permitió.

-¿Un México ávido de cultura con la apertura del Palacio de Bellas Artes?

-Recuerdo haber oído, gracias a juventudes musicales que estaban abonados en la secundaria como María Callas y Alfredo Di Stefano en el Palacio de Bellas Artes. También, recuerdo con mucho entusiasmo haber visto, en esos tiempos, a grandes actrices inglesas en Bellas Artes.

-¿Costaba una fortuna comprar un boleto para Bellas Artes?

-¡¡Uy!! En esos tiempos, no había problemas para adquirir boletos o ir al cine.

-¿Un púber precoz?

-Era un púber o adolescente solitario. Las oportunidades de gozar la Ciudad de México, culturalmente, me resultaban admirables y luego fui conociendo la otra Ciudad de México.

-¿No me diga que no se daba sus escapadas a los cabarets?

-¡Si, como no!!! La vida nocturna me asombraba y asustaba mucho. Tuve acceso a ella gracias a que, en la preparatoria, mis compañeros me llevaban al Teatro Margo para ver a Dámaso Pérez Prado, eran realmente felices bailando el mambo.

-¿No me diga que era un torbellino bailando?

-Fue una habilidad que también me fue negada, pero eso, lo pude solucionar un poco más tarde estando en la Facultad de la UNAM, con un muy frecuente ingreso a los torbellinos de vida nocturna de los cabarets, centros nocturnos y lugares misteriosos con personajes que todavía están muy en deuda con José Clemente Orozco y con el cine de Alejandro Galindo o de Ismael Rodríguez.

-¿Qué me dice de la orden del entonces Regente de Hierro que prohibía la vida nocturna?

-Esto sucedió cuando estaba a punto de concluir mi paso por la Facultad, ahí, se interrumpe una vocación un tanto de testigo, porque debo admitir que ni bebía ni me precipitaba en intensos romances con jóvenes prostitutas de corazón de oro, pero eso, me ayudó a entender a una ciudad que permitía el acceso a cientos de miles al crear sus zonas prohibidas, y luego, las rentabiliza gracias al cine y a la canción.

¿Me quiere decir que somos simples rehenes de nuestro pasado?

-¡¡Absolutamente!! Le guste o no, todos somos rehenes de nuestro pasado. No conozco a ninguna persona que no lo sea.

-¿Un pasado turbulento?

-Nuestro pasado es la imposibilidad de nacer de nuevo a cada conversación. En cada relación personal, de fingir ignorancia con respecto a nuestros defectos y el olvido con respecto a nuestras virtudes.

-¿A lo mero macho, un pasado enigmático?

-Nuestro pasado es lo más premioso, esclavizante y judicial que conozco.

-¿Cómo es el pasado consciente de Carlos Monsiváis?

-Mi pasado, es un agente del Ministerio Público que se ríe de mis pretensiones de inocencia, de mi pasado y de cualquiera, pero no creo que sea especialmente mi pasado.

-¿Una Inocencia probada?

-Todo ese deseo que tenemos de ser emblema de pureza y el candor, se contradice a cada momento, en cuanto entran las imágenes del pasado que nos asegura, que, por lo menos, hemos sido testigos de tantas cosas y que no tiene caso presentarlos como la nueva generación ante nosotros mismos.

-¿Todos los mexicanos estamos cortados con la misma tijera?

-No solamente los mexicanos, sino todos los seres humanos. Eso va mucho más allá. No hay nadie en el mundo que no tenga deudas, compromisos y huidas con relación a su pasado.

-¿Simples esperanzas fallidas?

-No hay nadie que no contabilice sus esperanzas con la certidumbre que van a defraudar su pasado.

-¿Ya que hablamos de Ernesto P. Uruchurtu, fue el mejor gobernante que ha tenido la Ciudad de México?

-No sabría decirlo, pero desde luego, fue un hombre implacable que procedió con un autoritarismo extremo. Que no respetó ninguna de las necesidades de libertad de los ciudadanos, pero también, un hombre que creyó posible regimentar el espíritu urbano.

-¿Un gobernante a destiempo?

-Yo creo que fue típico de una etapa en la que se pensaba que los ciudadanos no existían y, que, a partir de esa premisa, fue un Regente, que, como él, no ha habido otro.

-¿La Ciudad de México, una urbe desmoralizada?

-Los valores no se perdieron. Se cambiaron. Se modificaron. Han sido devorados por el neoliberalismo y triturados por la masificación, pero los valores persisten. Si no existieran, no habría forma de salir a la calle ni certidumbre alguna.

-¿Una policía siempre en vigilia?

-Creo que todavía hay policías honrados. Así como la gran mayoría de la gente que uno trata.

-¿Qué hay de cierto con eso de que: El que no tranza no avanza?

-Yo trato de ser honrado y de esa certidumbre, les prendo la confianza urbana que nos queda. Eso demuestra que no se han perdido los valores. Ahora que la confianza urbana que me queda sea muy poca en relación a la que tuve, pero también, eso demuestra que muchos de los valores habían sido triturados.

-¿Carlos Monsiváis se considera el cronista sucesor de Salvador Novo?

-Si fuera el nuevo cronista, tendría que traer conmigo una videocámara.

-¿Entonces, cómo debe ser un cronista en tiempos de la tecnología?

-Un cronista solamente armado de su computadora ya no tendrá la capacidad de interpretar debidamente y vamos a una crónica televisiva por fuerza.

-¿Qué tenían de especial las crónicas de Salvador Novo o las de José Alvarado?

-Lo que fueron las crónicas de Salvador Novo o las de José Alvarado, ya no rigen porque la ciudad ahora es inmensa, amenazante e inabarcable. Ahora, la gran crónica se podrá hacer desde la televisión.

-¿Cómo son las crónicas de “Monsi” en plena etapa evolutiva?

-En mi caso, todavía estoy atenido a la cuartilla. Lo que intento, es una crónica muy parcial y selectiva de lo que puedo abarcar. Hoy, uno necesita de la movilidad de un helicóptero.

-¿Las crónicas citadinas serán exclusivas de los museos?

-Insisto, Vamos a una crónica televisiva y digital por fuerza.

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