Redacción
Guatemala.- Bernardo Arévalo juró como Presidente de Guatemala en los primeros minutos del lunes, en una jornada marcada por protestas ciudadanas debido al retraso en el cambio de mando. Esta demora puso fin a varios meses de tensiones y acciones de la Fiscalía para retirarle la inmunidad, lo que muchos interpretaron como un intento de evitar que asumiera el poder.
En su primer discurso como Presidente, Arévalo afirmó que el cambio de mando demuestra la fortaleza de la democracia guatemalteca y la capacidad para transformar el panorama político del país. Agradeció a las naciones hermanas y organizaciones que lo acompañaron en el proceso, destacando su apoyo fundamental para la defensa de las instituciones democráticas de Guatemala.
Arévalo, de 65 años, hijo del expresidente Juan José Arévalo, es doctor en Sociología y tiene una carrera diplomática. Expresó su compromiso con humildad y determinación, reconociendo la confianza depositada por los guatemaltecos en su proyecto. Aseguró ser consciente de las deudas históricas que deben resolverse ante los pueblos indígenas.
El nuevo Presidente también visitó un plantón de protesta frente a la Fiscalía, donde autoridades y pueblos indígenas se manifestaron durante más de tres meses pidiendo la renuncia de la Fiscal General, Consuelo Porras. Arévalo ha indicado que solicitar la renuncia de Porras será una de sus prioridades.
La sesión solemne de investidura enfrentó retrasos debido a la confrontación entre la Cámara saliente y los nuevos diputados por la designación de una mayoría oficialista en la comisión encargada de revisar las credenciales. Esto generó tensiones y protestas ciudadanas en los exteriores del Congreso.
A pesar de las dificultades, más de 60 delegaciones internacionales asistieron a la investidura de Arévalo. El Presidente saliente, Alejandro Giammattei, estuvo ausente en la ceremonia y entregó las insignias del mando presidencial al Congreso antes del 15 de enero.
Arévalo asume la presidencia en un contexto en el que la población guatemalteca, especialmente las comunidades indígenas, ha jugado un papel clave en su llegada al poder, organizándose y manifestándose para defender la democracia y respetar el voto popular.