La prohibición del cannabis en México sigue vigente, mientras que el alcohol disfruta de aceptación social y libre comercio. Esta situación, que muchos consideran una contradicción, se refleja en estadísticas alarmantes: el consumo de alcohol causa el 15 % de las muertes anuales en México, según el Instituto Nacional de Salud Pública. Más de 42,000 personas mueren cada año por problemas relacionados con el alcohol.
El alcohol es responsable del 70 % de las muertes en accidentes de tráfico entre conductores. Además, casi el 20 % de los adultos admite haber bebido en exceso recientemente. Estas cifras destacan una realidad preocupante: el impacto del alcohol afecta principalmente a los jóvenes y a los sectores más vulnerables.
A diferencia del alcohol, el cannabis muestra un perfil de riesgo menor. No se asocia con intoxicaciones fatales. Aunque existen riesgos, como problemas cardiovasculares o dependencia, generalmente son menos letales que los del alcohol. Incluso, estudios sugieren que el cannabis podría ayudar a combatir el consumo dañino de alcohol.
Investigaciones en ratones, como la de la Universidad de Sídney, encontraron que el cannabidiol (CBD) reduce la ingesta excesiva de alcohol. En humanos, el ensayo clínico ICONIC muestra que el CBD disminuye los antojos en personas con trastorno por consumo de alcohol.
La regulación del cannabis no solo tiene implicaciones para la salud pública. Podría abrir oportunidades económicas para el sector agrícola en México, al integrar el cáñamo como cultivo rotativo. Mientras el alcohol sigue siendo aceptado, mantener el cannabis en la ilegalidad no solo es injustificable: es una negligencia que perjudica la salud pública y frena el desarrollo rural.