En plena crisis hídrica, el consumo de agua per cápita en la Ciudad de México para uso doméstico duplica al de ciudades como Pekín. Mientras en la capital china se registró un promedio de 167.3 litros diarios por persona durante 2023, en la capital mexicana las cifras oscilan entre los 300 y 360 litros, de acuerdo con datos de la Secretaría de Gestión Integral del Agua (SGIRPC).
Estas cifras reflejan una disparidad significativa en el manejo de un recurso esencial, sobre todo cuando ambas ciudades enfrentan retos similares: sobrepoblación, urbanización acelerada y un entorno geográfico con escasos recursos hídricos naturales.
En China, la escasez de agua ha llevado al gobierno a aplicar rigurosas estrategias de ahorro. En los gimnasios de Pekín, por ejemplo, los usuarios deben usar una pulsera con sensor para activar la regadera por periodos controlados: primero 240 segundos, luego 99, y finalmente sólo 70, sumando un máximo de 6.8 minutos por baño. Además, las autoridades han impuesto tarifas escalonadas, multas por desperdicio y topes de consumo en zonas residenciales como parte de su plan nacional de ahorro de agua con metas hasta 2035.
El Anuario Estadístico de China 2023 indica que el 87% de su población —más de 1,400 millones de habitantes— tiene acceso a agua potable. Aun así, Pekín reconoce abiertamente que sufre una escasez estructural de agua debido a su ubicación semiárida y su crecimiento poblacional. Por ello, se han ejecutado megaproyectos como el Trasvase de agua de sur a norte, que traslada líquido desde los principales ríos del sur hacia la capital, similar al Sistema Cutzamala que abastece al Valle de México.
El gobierno chino también ha advertido en documentos oficiales que la escasez representa un «cuello de botella» para el desarrollo sostenible y la construcción de una “civilización ecológica”, lo que ha llevado a políticas públicas más estrictas y campañas de concientización ciudadana.
En contraste, en la Ciudad de México —una de las urbes más grandes y con mayor estrés hídrico del continente— el consumo doméstico sigue sin medidas regulatorias estrictas que permitan reducir el gasto per cápita. Mientras tanto, el desabasto en colonias y alcaldías periféricas se agudiza, y el sistema hídrico que abastece a la zona metropolitana muestra signos de deterioro acelerado.
La comparación entre ambas ciudades evidencia la urgencia de adoptar políticas más efectivas en México para asegurar el uso racional del agua, especialmente ante los efectos del cambio climático y el agotamiento de fuentes hídricas clave.