El Congreso de la Ciudad de México aprobó una reforma histórica que prohíbe las corridas de toros con violencia, permitiendo únicamente la lidia sin el uso de objetos punzantes que causen daño a los animales. Esta medida convierte a la capital en la primera entidad del país en modificar la tauromaquia para eliminar el derramamiento de sangre y la muerte de los toros.
Un logro ciudadano
El dictamen, originado a partir de una iniciativa ciudadana respaldada por más de 27,000 firmas, representa la primera vez que una propuesta de la sociedad se convierte en una reforma legal en la CDMX.
La Jefa de Gobierno, Clara Brugada, propuso modificaciones para evitar la prohibición total de las corridas y limitarse a eliminar el sufrimiento del toro.
Durante la discusión, la diputada Daniela Álvarez defendió la iniciativa como un avance en la relación entre humanos y animales:
“Hoy damos un paso hacia una nueva relación con los animales, una donde la convivencia no se base en la dominación, sino en el respeto.”
Aseguró que la intención de la reforma no es eliminar la tradición, sino transformarla en una expresión sin maltrato animal.
Posturas divididas y tensión en el Congreso
El dictamen fue recibido con posturas encontradas dentro y fuera del Congreso. El diputado morenista Pedro Haces, uno de los principales defensores de la tauromaquia, presentó reservas argumentando que busca una modernización del espectáculo sin prohibiciones totales.
Mientras tanto, en los alrededores del recinto legislativo, grupos a favor y en contra de la tauromaquia se manifestaron. Aproximadamente 150 taurinos se congregaron desde temprano en la calle de Donceles, mientras que un contingente de cerca de 1,000 antitaurinos, encabezado por simpatizantes del Partido Verde, marchó hacia el Congreso.
A pesar del despliegue policiaco, se registraron riñas entre manifestantes y agentes, resultando en algunas detenciones.
Un nuevo capítulo para la tauromaquia en la CDMX
Con esta reforma, el Congreso capitalino deja en manos de los aficionados la decisión de adaptar las corridas de toros a una nueva realidad, donde la fiesta brava pueda continuar sin recurrir al maltrato animal.