El envejecimiento, que por mucho tiempo se consideró un proceso uniforme y predecible, está siendo redefinido por investigaciones recientes de la Universidad de Stanford. Científicos han descubierto que diferentes órganos del cuerpo envejecen a ritmos distintos, lo que influye en las enfermedades que desarrollamos y en nuestra esperanza de vida.
El estudio, que combina biología molecular, genética y aprendizaje automático, mostró que algunos órganos como el corazón, el cerebro o los músculos pueden envejecer más rápido que otros dentro de un mismo individuo. Este fenómeno, denominado “envejecimiento de los órganos”, ofrece una nueva perspectiva sobre la salud y plantea que nuestra edad biológica puede ser muy distinta a nuestra edad cronológica.
“El envejecimiento no es lineal ni homogéneo”, explicó Tony Wyss-Coray, líder del proyecto. Los hallazgos revelan que un cerebro más joven, por ejemplo, reduce hasta en un 81% el riesgo de desarrollar Alzheimer, mientras que un corazón envejecido puede aumentar significativamente la probabilidad de insuficiencia cardíaca.
Además, los investigadores identificaron que el estilo de vida juega un papel crucial. Hábitos como fumar, consumir alimentos ultraprocesados o llevar una vida sedentaria aceleran el envejecimiento de los órganos, mientras que el ejercicio, una dieta equilibrada y el consumo de pescado graso ayudan a mantenerlos jóvenes.
Los científicos consideran que en el futuro será posible identificar los “ageotipos” o patrones de envejecimiento de los órganos mediante análisis de sangre. Esto permitiría personalizar las estrategias de salud y prevención, transformando la manera en que enfrentamos el envejecimiento. “La posibilidad de influir en cómo envejecemos es lo realmente emocionante”, concluyó Hamilton Se-Hwee Oh, coautor del estudio.