Un equipo de científicos del Instituto Politécnico Nacional (IPN) de México ha dado un paso importante en la lucha contra el cáncer de mama, al desarrollar compuestos con mayor especificidad para atacar únicamente células cancerígenas, reduciendo al mínimo los efectos colaterales en tejidos sanos como el corazón, los riñones o el hígado.
Encabezado por la investigadora Marlet Themis Martínez Archundia, de la Escuela Superior de Medicina, el proyecto emplea técnicas bioinformáticas avanzadas para estudiar alrededor de 1,600 compuestos con el objetivo de identificar aquellos que puedan actuar sobre la proteína tetraspanina CD-151, asociada con los procesos de metástasis en distintos tipos de cáncer, entre ellos el de mama y cerebro.
“Este trabajo se basa en el reposicionamiento de fármacos, es decir, en encontrar nuevos usos para medicamentos ya existentes y previamente aprobados, lo cual permite avanzar más rápido hacia una posible aplicación clínica”, explicó Martínez Archundia en entrevista con la agencia Xinhua.
El cáncer de mama es una de las principales causas de muerte entre mujeres mexicanas de entre 25 y 59 años, y su forma metastásica —cuando se disemina a otros órganos— representa la etapa más agresiva y difícil de tratar. Hasta ahora, no existe una cura definitiva para este tipo de cáncer; los tratamientos disponibles incluyen quimioterapia, terapias hormonales y biológicas.
La investigación del IPN se enfoca especialmente en el cáncer de mama triple negativo, una variante altamente agresiva para la cual actualmente hay pocas opciones terapéuticas. A través de la biología de sistemas, el equipo analiza cómo se alteran las vías celulares normales en comparación con las cancerosas, con el fin de identificar biomarcadores y nuevos blancos terapéuticos.
Uno de los hallazgos más prometedores es un “fármaco estrella” que ya ha sido probado en líneas celulares y ha mostrado una eficacia comparable —e incluso superior— a la de medicamentos comerciales, con una mayor especificidad para células tumorales, lo que reduce el impacto en tejidos sanos.
Martínez Archundia subrayó que el desarrollo se encuentra ahora en la fase de evaluación biológica en laboratorio, etapa esencial antes de cualquier avance hacia pruebas clínicas. “Sin esta fase no se puede progresar ni pasar a otras etapas del desarrollo farmacológico”, indicó.
El proyecto no solo apunta a mejorar los tratamientos existentes, sino también a abrir nuevas rutas hacia terapias dirigidas más seguras, efectivas y accesibles. “La dificultad real es innovar, encontrar otras estrategias para tratar el cáncer de mama en un país como México, donde sigue siendo una de las principales amenazas para la salud de las mujeres”, concluyó la investigadora, quien fue reconocida en 2022 por el British Council como mentora destacada en ciencias.
Este avance representa una esperanza concreta para miles de pacientes que enfrentan esta enfermedad en su forma más avanzada y agresiva.