Aunque los efectos del tabaco sobre la salud humana son ampliamente conocidos, su impacto ambiental ha sido una amenaza silenciosa y subestimada. Nuevas investigaciones y políticas internacionales han comenzado a poner el foco en uno de los residuos más tóxicos y omnipresentes: las colillas de cigarro.
Estos pequeños pero letales residuos están hechos de acetato de celulosa, un plástico de un solo uso que puede tardar más de diez años en descomponerse. Cada año, se estima que más de 4.5 billones de colillas son arrojadas al medio ambiente, contaminando calles, playas, ríos y océanos. Al contacto con el agua o el suelo, liberan sustancias como nicotina, arsénico, plomo y cadmio, afectando la fauna y flora de ecosistemas terrestres y marinos.
Un informe de la Stop Tobacco Pollution Alliance señala que estos residuos son uno de los principales contaminantes del planeta. Además, denuncia que el diseño de los cigarrillos, con filtros que aparentan reducir el daño, es engañoso y profundiza la crisis ambiental.
La situación se agrava con el hallazgo de que los filtros también se consideran microplásticos. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada colilla puede contener entre 12 mil y 15 mil microfibras plásticas, que al fragmentarse se incorporan a la cadena alimentaria, afectando la salud de animales y humanos.
Ante esta problemática, la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente aprobó en 2022 una resolución para negociar un tratado internacional vinculante que permita poner fin a la contaminación por plásticos. Aunque el tratado se centra en los plásticos de un solo uso, incluye a los filtros de cigarro como parte de los objetivos a abordar.
Organizaciones como Surfrider Foundation Europe han intensificado su presión para que los filtros sean eliminados por completo. Con motivo del Día Mundial sin Tabaco, la fundación movilizó en 2024 a 862 voluntarios en cinco países europeos, recolectando 183 mil colillas en entornos naturales. Su campaña “Surfrider Against Cigarette Butts” busca concientizar a gobiernos y ciudadanos sobre la necesidad urgente de prohibir estos residuos.
“El tabaco no solo mata a quienes lo consumen, también asfixia los océanos, envenena a los animales y deja una huella plástica persistente que amenaza la sostenibilidad del planeta”, advierten los activistas.
Las colillas, hasta ahora tratadas como basura común, se están revelando como uno de los grandes retos medioambientales de la era del plástico. La prohibición de filtros podría convertirse en una herramienta clave en la lucha contra la contaminación y en la defensa del planeta.