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Descubren a dos prófugos de la justicia española en México

Redacción

México.- Daniel Fernández de Landa e Íñigo de Guinea Pérez,  presuntos autores de dos de los atentados más cruentos de la Transición española, viven desde hace más de 30 años con total impunidad en México, según una investigación de EL PAÍS, que desvela por primera vez su paradero.

El reportaje publicado este domingo 15 de mayo señala que Fernández de Landa, de 64 años, está acusado del asesinato del líder vecinal madrileño Arturo Pajuelo Rubio tras una manifestación del Primero de Mayo de 1980.

Este hombre, quien desde 1985 tiene su residencia en la Ciudad de México formó parte del comando fascista que perpetró cinco días después el asalto al madrileño bar San Bao, donde murió el soldado Juan Carlos García Pérez.

En tanto, De Guinea Pérez, acusado del apuñalamiento que dejó herido de muerte a Joaquín Martínez Mecha, el hombre que acompañaba a Pajuelo cuando fue asesinado. A sus 60 años, reside con su familia en León, Guanajuato.

Daniel Fernández de Landa e Íñigo de Guinea Pérez pertenecían a un movimiento surgido de la Falange Española. Este partido político, que fue fundado por José Antonio Primo de Rivera en 1933, siguió los lineamientos ideológicos del fascismo italiano y funcionó como el sustento de la dictadura impuesta por Francisco Franco.

A partir de la implementación exitosa del fascismo en Italia de la mano de Benito Mussolini, la derecha española buscó reproducir la experiencia. José Antonio Primo de Rivera, hijo del dictador Miguel Primo de Rivera que gobernó España entre 1923 y 1930, fue el líder que irrumpió con la intención de imponer un régimen reaccionario y autoritario.

El falangismo apuntó a impedir el avance de las posturas de izquierda. Su accionar violento en las calles resultó vital para propiciar el clima que derivó en la Guerra Civil, cuyo resultado fue el triunfo de Franco.

Los dos fugitivos huyeron de su país en 1980, eludiendo así el banquillo en España, donde está prohibido el juicio en ausencia para delitos graves. Desde su llegada a tierras mexicanas han disfrutado de una plácida vida anónima a más de 9.000 kilómetros de Madrid mientras Interpol les tenía en su lista de prófugos en busca y captura.

PROGRESO EN MÉXICO

Durante este tiempo, los neofascistas inscribieron pisos a su nombre, crearon empresas y se registraron como extranjeros en organismos gubernamentales mexicanos, detalla El País.

Fernández de Landa dio un paso más al conseguir en 1990 la nacionalidad mexicana, y De Guinea cambio su nombre al modificar su Íñigo natal por Ignacio, según la documentación a la que ha tenido acceso este periódico.

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