Un descubrimiento arqueológico en el este de Inglaterra ha cambiado de forma radical la historia sobre el dominio del fuego por parte de los primeros humanos. Investigadores identificaron evidencias de una quema deliberada ocurrida hace aproximadamente 400 mil años en el sitio paleolítico de Barnham, en el condado de Suffolk, lo que convierte a este hallazgo en el más antiguo conocido hasta ahora.
Hasta esta semana, la evidencia más temprana del uso controlado del fuego provenía de asentamientos neandertales en el norte de Francia, con una antigüedad de alrededor de 50 mil años. El nuevo descubrimiento, publicado en la revista Nature, amplía esa línea temporal en más de 350 mil años.
El estudio fue liderado por Nick Ashton, del Museo Británico, junto con un equipo de investigadores de diversas instituciones del Reino Unido. En el sitio identificaron un parche de arcilla cocida, hachas de mano de sílex fracturadas por calor extremo y fragmentos de pirita de hierro, un mineral capaz de producir chispas al ser golpeado contra el sílex.
Durante cuatro años, los científicos analizaron los restos para descartar que se tratara de incendios naturales. Las pruebas químicas demostraron que las temperaturas superaron los 700 grados Celsius y que el fuego fue encendido de manera repetida en el mismo punto, un patrón incompatible con fenómenos como los rayos.
Rob Davis, arqueólogo paleolítico del Museo Británico, explicó que la presencia de pirita —un material que no se encuentra de forma natural en Barnham— indica que los habitantes del sitio la recolectaron de manera intencional, lo que demuestra conocimiento técnico para generar fuego cuando lo necesitaban.
El hallazgo es excepcional, ya que las evidencias de fuego rara vez se conservan durante tanto tiempo. En este caso, los restos quedaron sellados en antiguos sedimentos de estanques, lo que permitió reconstruir el uso cotidiano del sitio por parte de neandertales tempranos.
Especialistas destacan que el dominio del fuego fue un punto de inflexión en la evolución humana. Permitió sobrevivir en climas fríos, ahuyentar depredadores y cocinar alimentos, lo que mejoró la nutrición y favoreció el desarrollo de cerebros más grandes. Además, propició nuevas formas de convivencia social alrededor de las fogatas, asociadas a la planificación, la comunicación y el fortalecimiento de los vínculos comunitarios.
Chris Stringer, experto en evolución humana del Museo de Historia Natural, señaló que fósiles hallados en Gran Bretaña y España sugieren que estos neandertales tempranos ya mostraban una creciente sofisticación cognitiva y tecnológica.
Para Nick Ashton, el hallazgo representa un momento clave en la arqueología moderna. “Es el descubrimiento más emocionante de mi carrera de 40 años”, afirmó. Para la ciencia, el hallazgo acerca una respuesta definitiva a una de las grandes preguntas sobre la humanidad: cuándo los humanos dejaron de depender del fuego natural y aprendieron a crear llamas por sí mismos, marcando el inicio de una nueva etapa en la historia de la civilización.