La diabetes continúa creciendo de manera alarmante en México y en el mundo, y lo más preocupante es que su forma más frecuente, la tipo 2, está apareciendo cada vez más en niños y adultos jóvenes, un fenómeno que antes era excepcional. De acuerdo con cifras del Inegi, este padecimiento fue la segunda causa de muerte a nivel nacional en 2024, lo que confirma su enorme impacto en la salud pública.
Expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explican que este incremento en edades tempranas responde a una combinación de predisposición genética y cambios drásticos en el estilo de vida de la población. Aunque tener familiares directos con diabetes eleva el riesgo, los factores ambientales son los que más han influido en este aumento.
Entre ellos destacan las dietas ricas en bebidas azucaradas, alimentos ultraprocesados y grasas saturadas, así como el sedentarismo, que se ha convertido en parte del día a día de niños y adolescentes. A esto se suman elementos externos como la exposición a contaminantes ambientales —plomo, arsénico o cadmio— y las condiciones socioeconómicas que limitan el acceso a alimentación saludable y servicios médicos.
Las cifras globales subrayan la gravedad del panorama: en 2022 se registraron 537 millones de casos de diabetes en el mundo, y se estima que la cifra llegará a 785 millones para 2045, si la tendencia actual continúa.
Complicaciones graves por diagnósticos tardíos
Uno de los mayores retos es la detección oportuna. Los síntomas iniciales —sed excesiva, cansancio, visión borrosa o pérdida de peso— suelen ser leves, lo que provoca que muchas personas ignoren la enfermedad durante años. Para cuando el diagnóstico llega, los daños ya pueden ser irreversibles.
Un nivel elevado de azúcar sostenido en el tiempo afecta seriamente los vasos sanguíneos y los nervios del organismo, generando consecuencias graves:
- Ceguera: la retinopatía diabética es una de las principales causas de pérdida de visión en adultos.
- Insuficiencia renal: la diabetes provoca más de dos millones de muertes cada año por esta causa.
- Infartos y derrames cerebrales: los pacientes con diabetes tienen mayor riesgo de eventos cardiovasculares.
- Amputaciones: los daños en nervios y circulación pueden derivar en úlceras que no sanan y pérdida de extremidades.
Prevención: la herramienta más poderosa
Organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) insisten en que la diabetes tipo 2 puede prevenirse o retrasarse significativamente mediante cambios en el estilo de vida.
Entre las principales recomendaciones están:
- Realizar chequeos médicos periódicos, incluso sin síntomas.
- Mantener un peso saludable, ya que la obesidad es uno de los factores de riesgo más importantes.
- Hacer al menos 150 minutos de actividad física a la semana, como caminatas rápidas de 30 a 45 minutos.
- Adoptar una alimentación baja en azúcar y grasas saturadas.
- Reemplazar refrescos y bebidas azucaradas por agua simple.
- Evitar el tabaco, que deteriora la circulación y agrava la enfermedad.
Especialistas coinciden en que es indispensable impulsar campañas de prevención, mejorar el acceso a la detección temprana y fomentar hábitos saludables desde la infancia para evitar que esta creciente tendencia se convierta en una crisis aún mayor en los próximos años.