Presenciar una escena de maltrato en el trabajo —aunque no se sea la víctima directa— puede tener efectos emocionales profundos y duraderos en los empleados, de acuerdo con una nueva investigación publicada en el Journal of Applied Psychology y liderada por la académica Edwyna Hill, en colaboración con especialistas en psicología organizacional.
El estudio, basado en un meta-análisis de 158 investigaciones previas con miles de participantes, reveló que los llamados «terceros» —es decir, los testigos de un abuso laboral— pueden verse tan afectados emocionalmente como las personas directamente involucradas. Las formas de maltrato analizadas van desde la incivilidad y el acoso verbal hasta la supervisión abusiva y el acoso sexual.
“Observar a un colega siendo maltratado puede provocar desde sentimientos de empatía hasta reacciones de juicio o disfrute del sufrimiento ajeno”, destacan los autores.
Entre los efectos positivos, se encontró que muchos observadores condenan la conducta del agresor y se solidarizan con la víctima, creando un entorno más favorable para detener el abuso. Sin embargo, también emergieron reacciones problemáticas, como la “schadenfreude” (placer por el dolor ajeno) o la culpabilización de la víctima, actitudes que pueden dañar la cohesión del equipo y desalentar la denuncia de abusos.
Estos hallazgos cobran relevancia al considerar que, según estudios recientes, mientras el 34 % de los empleados ha experimentado maltrato directamente, el 44 % ha sido testigo de estos comportamientos en el lugar de trabajo. Es decir, ver el abuso es más común que padecerlo, y sin embargo, los protocolos institucionales rara vez consideran el impacto sobre quienes solo observan.
“La respuesta tradicional al maltrato se enfoca en la víctima y el agresor, pero ignora que el daño también alcanza a los testigos. Estos pueden necesitar apoyo emocional y orientación para no reproducir conductas dañinas”, advierte Hill.
Un llamado a las empresas
Los autores del estudio hacen un llamado a los líderes y departamentos de recursos humanos para que reconozcan a los terceros como parte del círculo afectado por el maltrato y generen políticas integrales que contemplen esta dimensión.
Asimismo, señalan que es fundamental avanzar en la investigación sobre por qué algunas personas reaccionan con empatía y otras con indiferencia o juicio, y cómo esos factores pueden estar relacionados con la cultura organizacional, experiencias previas o factores psicológicos.
Finalmente, se recomienda a los trabajadores adoptar una postura proactiva: reportar abusos, ofrecer apoyo a colegas afectados, y fomentar un entorno en el que se rechace cualquier forma de violencia o abuso. Porque, como muestra el estudio, el silencio ante el maltrato no es neutral: también deja huella.