A cinco años de la entrada en vigor del etiquetado frontal en alimentos envasados, México ha sido reconocido como referente internacional por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), al ser uno de los países con mejores prácticas en la regulación del consumo de productos ultraprocesados.
“El modelo mexicano es uno de los más efectivos en nuestra región y ya está sirviendo de inspiración para otros países en las Américas y el mundo”, afirmó Fabio da Silva Gomes, asesor regional en Nutrición y Actividad Física para las Américas de la OPS/OMS, en entrevista.
El especialista explicó que el sistema de etiquetado implementado en México destaca por su respaldo científico, su diseño con sellos de advertencia visibles —como “exceso de azúcares”, “exceso de sodio” o “exceso de grasas saturadas”— y su alineación con el perfil de nutrientes recomendado por la OPS, lo que permite una identificación clara de productos que representan un riesgo para la salud.
Según Da Silva, este tipo de advertencias son hasta dos veces más efectivas que otros modelos de etiquetado, como el sistema de semáforo utilizado en algunos países europeos. Gracias a esta política, más del 90% de los productos ultraprocesados en México están ahora regulados.
“Estos productos afectan todo el cuerpo humano, desde la salud mental hasta enfermedades como obesidad, varios tipos de cáncer, diabetes o problemas cardiovasculares”, alertó el funcionario, quien además celebró que México haya sido reconocido por el Grupo de Trabajo Interagencial de las Naciones Unidas sobre Enfermedades No Transmisibles por este esfuerzo.
Sin embargo, Da Silva puntualizó que aunque el cambio en los hábitos de compra ya es medible, los beneficios en salud pública —como la reducción de obesidad infantil o enfermedades crónicas— podrían tardar entre cinco y diez años en reflejarse. “Vamos en buena dirección, pero necesitamos políticas sostenidas y rigurosas en el tiempo”, subrayó.
El experto también respaldó la reciente política mexicana de prohibición de alimentos ultraprocesados en escuelas, al considerarla una medida complementaria clave al etiquetado, dentro de un paquete integral de soluciones.
Finalmente, hizo un llamado a avanzar hacia nuevas regulaciones, como incluir advertencias sobre aditivos dañinos —como colorantes artificiales— y considerar la implementación de un sello específico para identificar productos ultraprocesados. “Así como ya hay advertencias sobre edulcorantes o cafeína, debemos pensar en informar también sobre otros riesgos ocultos”, concluyó.