Redacción
Filipinas.- En una demostración de fe y devoción, fieles en Filipinas y Perú han revivido antiguas tradiciones religiosas en conmemoración del Viernes Santo, recreando el sufrimiento de Jesucristo en una muestra de penitencia y oración por la paz y el bienestar de sus comunidades.
En Filipinas, Ruben Enaje, un carpintero y pintor de 63 años, se hizo clavar a una cruz de madera por trigésimo quinta vez, junto con otros nueve devotos, en una brutal recreación del sufrimiento de Jesús. Este cruento ritual anual, que atrae a cientos de espectadores, se lleva a cabo en tres poblaciones rurales de la provincia de Pampanga, al norte de Manila. La tradición se reanudó el año pasado después de una pausa de tres años debido a la pandemia de COVID-19.
Enaje, quien ha interpretado el papel de Cristo en la recreación del Vía Crucis, expresó que, a pesar de su edad, no pudo rechazar los pedidos de los aldeanos para orar por sus seres queridos enfermos y por aquellos afectados por los conflictos y guerras en todo el mundo. Hizo especial mención a Ucrania, Gaza y el Mar del Sur de la China, donde las tensiones geopolíticas han generado preocupación.
Por otro lado, en Perú, Mario Valencia, un actor aficionado de 66 años, ha llevado a cabo una representación de la Pasión de Cristo durante más de 40 años, atrayendo a miles de espectadores en las calles de Lima. Valencia solicitó que esta tradición sea reconocida como patrimonio inmaterial del país, argumentando que se ha convertido en una parte integral de la cultura y la religiosidad peruana.
Valencia y su grupo artístico teatral, Emanuel, recorren las calles de Lima llevando una cruz y una corona de espinas, en una dramática representación que ha llegado a ser parte de la identidad nacional. A pesar de los desafíos y riesgos, como la prohibición de subir a la cima del cerro San Cristóbal debido al gran número de espectadores, Valencia sigue cumpliendo con su promesa de llevar a cabo esta representación, incluso después de sufrir fracturas por una caída en 2019.
Estas manifestaciones de fe y devoción destacan la importancia cultural y espiritual de las tradiciones religiosas en Filipinas y Perú, así como la continua búsqueda de paz y esperanza en medio de los desafíos del mundo moderno.