Mientras el expresidente Donald Trump y la agencia de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) intensifican su retórica y acciones contra la migración indocumentada, nuevos datos revelan que este sector de la población realiza una contribución clave a la economía de Estados Unidos. Tan solo en 2023, los migrantes sin papeles pagaron 89,900 millones de dólares en impuestos, según el Consejo Estadounidense de Inmigración (AIC, por sus siglas en inglés).
La cifra forma parte de un panorama más amplio: en total, los 47.8 millones de migrantes —documentados e indocumentados— que residían en el país el año pasado, equivalentes al 14.3% de la población, abonaron 651,900 millones de dólares en impuestos. De los 11.7 millones de personas indocumentadas, sus hogares también sumaron 299,000 millones en poder adquisitivo, lo que refleja su peso económico real.
Pese a estas aportaciones, el programa de deportaciones impulsado por Trump provocó el pasado fin de semana protestas en ciudades como Los Ángeles, donde el gobierno federal desplegó 2,000 miembros de la Guardia Nacional para respaldar redadas masivas organizadas por ICE.
Expertos alertan de que una política de expulsiones a gran escala tendría consecuencias profundas. El Instituto Peterson de Economía Internacional advierte que deportar entre 1.3 y 8.3 millones de personas podría reducir el Producto Interno Bruto (PIB) del país hasta en un 7% para 2028.
El informe 2024 de AIC también calcula que la deportación de indocumentados generaría una pérdida fiscal directa: 46,800 millones de dólares en impuestos federales, 29,300 millones en tributos estatales y locales, 22,600 millones en aportaciones a la Seguridad Social y 5,700 millones a Medicare, el programa de salud pública para adultos mayores.
Además, sectores clave como la construcción y la agricultura perderían al menos uno de cada ocho trabajadores, y en la hostelería uno de cada catorce. Según datos del Pew Research Center, en 2022 al menos 8.3 millones de inmigrantes indocumentados tenían empleo, representando una parte crítica de la fuerza laboral estadounidense.
Más allá del empleo, los migrantes han demostrado un marcado espíritu emprendedor. De acuerdo con AIC, casi uno de cada cuatro empresarios en EE. UU. es migrante, y 230 empresas de la lista Fortune 500 fueron fundadas por inmigrantes o sus hijos, incluyendo gigantes como Tesla, Nvidia o Super Micro Computer.
El Instituto de Tributación y Política Económica (ITEP) concluye que si todos los migrantes indocumentados recibieran autorización de trabajo, su contribución fiscal podría ascender hasta los 136,900 millones de dólares anuales.
En un contexto político cada vez más polarizado, las cifras ponen en evidencia una contradicción profunda: quienes hoy enfrentan el riesgo de ser deportados no solo forman parte de la vida económica y laboral de Estados Unidos, sino que también sostienen buena parte de sus ingresos públicos.