El tetra mexicano (Astyanax mexicanus), un pez que habita en cuevas y ríos subterráneos del noreste de México, ha captado nuevamente la atención de la comunidad científica. Este pequeño pez, que perdió la visión como resultado de su adaptación evolutiva a la oscuridad de su hábitat, ha sido objeto de un estudio reciente que revela fascinantes detalles sobre su biología sensorial.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Cincinnati (UC) ha determinado el momento exacto en que este pez desarrolla papilas gustativas en lugares alejados de su cavidad bucal, un hallazgo que ha sido publicado en la revista Nature Communications Biology. Según los investigadores, el Astyanax mexicanus es capaz de desarrollar papilas gustativas adicionales en su cabeza y mentón a medida que envejece, lo que le confiere un sentido del gusto más desarrollado.
El profesor Joshua Gross, biólogo y autor principal del estudio, explicó que mientras la pérdida de la visión y la pigmentación en especies como el tetra mexicano son fenómenos bien documentados, las bases biológicas que sustentan estas adaptaciones son menos comprendidas. A pesar de que desde la década de 1960 se sabía que algunos peces ciegos de las cavernas contaban con papilas gustativas en lugares poco convencionales, no se habían realizado estudios detallados sobre los procesos genéticos detrás de este rasgo.
En su investigación, el equipo de la UC estudió especímenes de dos poblaciones de A. mexicanus que habitan en las cuevas de Pachón y Tinaja, ubicadas en el noreste de México. Descubrieron que al nacer, estos peces tienen un número de papilas gustativas similar al de las especies de superficie. Sin embargo, a partir de los cinco meses de edad, este número aumenta y las papilas comienzan a aparecer en otras partes del cuerpo, un proceso que continúa hasta que el pez alcanza la adultez, alrededor de los 18 meses.
Los científicos teorizan que la aparición de más papilas gustativas podría estar relacionada con la necesidad de buscar diferentes tipos de alimentos, como el guano de murciélago. Sin embargo, Joshua Gross señaló que estas adaptaciones también podrían ocurrir en lugares donde no hay murciélagos, lo que sugiere que aún no se comprende completamente la relevancia funcional de este sistema sensorial.
Daniel Berning, coautor del estudio, destacó la importancia de este descubrimiento, señalando que abre nuevas puertas para investigaciones futuras sobre el desarrollo del sentido del gusto. Los científicos planean exponer a estos peces a diferentes sabores, como agrio, dulce o amargo, para entender mejor cómo funciona su sistema de gusto aumentado y qué papel desempeña en su adaptación al entorno.
El estudio del tetra mexicano continúa revelando aspectos sorprendentes de la evolución y adaptación de las especies, y promete ser una fuente de conocimientos valiosos para la biología sensorial y la evolución en entornos extremos.