15 de July de 2025 New York

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La desigualdad y la contaminación aceleran el envejecimiento, revela estudio internacional

El envejecimiento no es solo una cuestión de edad o herencia genética: el lugar donde se vive, el aire que se respira, la desigualdad social y hasta la calidad de la democracia pueden determinar qué tan rápido envejece una persona. Así lo concluye un estudio internacional publicado en Nature Medicine, que redefine el envejecimiento saludable como un fenómeno profundamente influenciado por factores medioambientales, sociales y políticos.

La investigación, encabezada por el Instituto Latinoamericano de Salud Mental (BrainLat) y en la que participaron instituciones como el Trinity College de Dublín y el Euromediterranean Economist Association de Barcelona, analizó datos de 161,981 personas de 40 países. Entre sus hallazgos destaca que vivir en ambientes contaminados, con democracias débiles y altos niveles de desigualdad económica y de género, acelera el envejecimiento biológico.

“El exposoma —es decir, el entorno físico, social y político al que una persona está expuesta durante su vida— influye más que la edad cronológica en la manera en que envejecemos”, explicó Agustín Ibáñez, uno de los autores del estudio. “Nuestra edad biológica refleja el mundo en que vivimos”.

La investigación introdujo una nueva métrica: la brecha de edad bioconductual (BBAG), que compara la edad estimada biológicamente con la edad real de una persona. Los resultados muestran que quienes viven en contextos adversos tienden a presentar una mayor BBAG, lo que los vuelve ocho veces más propensos a perder habilidades para realizar tareas cotidianas y cuatro veces más vulnerables al deterioro cognitivo.

Entre los principales factores que aceleran el envejecimiento se identificaron la contaminación atmosférica, la migración forzada, la pobreza, la violencia estructural y el debilitamiento de instituciones democráticas —como la restricción del voto, la falta de partidos libres o elecciones no transparentes—.

A nivel global, el estudio reveló que los países con menores niveles de ingreso presentan mayores tasas de envejecimiento acelerado. Asia y Latinoamérica se encuentran entre las regiones con peores indicadores, mientras que Europa occidental mantiene los mejores niveles, aunque con diferencias internas: el sur y el este del continente envejecen más rápidamente.

“Esto plantea una urgente necesidad de que las estrategias de salud pública dejen de centrarse únicamente en estilos de vida individuales”, señaló Sandra Báez, coautora e investigadora del Trinity College. “Los gobiernos deben intervenir donde nace la desigualdad y donde los entornos afectan silenciosamente el envejecimiento”.

Hernando Santamaría-García, de la Universidad de California, advirtió que mejorar el envejecimiento global implica actuar desde la raíz: “Reducir la contaminación, fortalecer las instituciones democráticas y cerrar las brechas sociales no solo es justo, sino una necesidad de salud pública”.

Aunque los autores advierten que sus resultados muestran correlaciones, no causalidades, consideran que sus hallazgos deben ser una llamada de atención para repensar el envejecimiento desde una perspectiva estructural y colectiva. También reconocen limitaciones en la representación de algunas regiones del mundo, especialmente África.

El estudio subraya que envejecer de forma saludable no es solo responsabilidad individual, sino resultado del entorno que cada sociedad construye.

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