En los últimos años, los especialistas han alertado sobre el aumento del tiempo que las personas pasan solas. Las estadísticas confirman que cada vez más comemos, viajamos y vivimos sin compañía, y que la cantidad de personas que habitan solas casi se ha duplicado en los últimos 50 años.
Esta tendencia ha sido interpretada como signo de una crisis: en 2023, el director general de servicios de salud de Estados Unidos declaró una “epidemia de soledad”, y algunos sociólogos ya describen esta era como el “siglo antisocial”.
Sin embargo, los psicólogos proponen mirar más allá del miedo. Para muchos, la soledad no es aislamiento, sino una elección consciente. Lo que algunos investigadores llaman “soledad positiva” describe un estado de conexión interior, descanso emocional y crecimiento personal.
Durante la última década, la ciencia ha documentado los beneficios de pasar tiempo a solas: desde recargar energías y estimular la creatividad, hasta favorecer la autorreflexión y la regulación emocional. No sorprende que una encuesta nacional de 2024 revelara que el 56% de los estadounidenses considera el tiempo a solas como esencial para su salud mental, o que empresas como Costco hayan comenzado a vender pequeños “cobertizos de soledad” por unos 2 mil dólares, dirigidos a quienes buscan paz y desconexión.
El estigma de estar solo
Pese a estos hallazgos, el deseo de soledad aún carga con un fuerte estigma cultural. Un estudio de 2025 reveló que los titulares de noticias tienen 10 veces más probabilidades de retratar la soledad en términos negativos que positivos.
En una sociedad donde la extroversión es vista como ideal, preferir el silencio o la introspección suele interpretarse como signo de rareza o tristeza. Pero los investigadores señalan que no hay nada patológico en disfrutar de la soledad, ni siquiera entre quienes son naturalmente sociables.
De hecho, aunque los estadounidenses pasan más tiempo solos que las generaciones previas, no hay evidencia concluyente de que se sientan más solos. Y en contra del estereotipo, los adultos mayores reportan sentirse más felices en soledad que lo que suele suponerse.
Soledad real vs. soledad digital
Los beneficios de la soledad surgen cuando esta se vive con intención. Estar solo con una pantalla no es lo mismo que estar en soledad. Estudios muestran que quienes pasan su tiempo a solas navegando pasivamente por redes sociales no experimentan las ventajas emocionales de estar realmente desconectados.
“Las redes sociales son sociales por definición. No podemos estar verdaderamente solos cuando las usamos”, explica la investigación.
La verdadera soledad dirige la atención hacia adentro: es un espacio para bajar el ritmo, reflexionar, reconectar con uno mismo y atender las propias emociones. Cuando se vive así, la soledad rejuvenece, aclara la mente y refuerza la autonomía emocional.
Replantear la soledad
Nuevas investigaciones sugieren que redefinir el concepto de estar solo puede cambiar radicalmente cómo lo sentimos. Considerar la soledad como una experiencia “llena” y significativa, en lugar de “vacía”, ayuda a reducir los sentimientos negativos y fomenta su uso como una herramienta de bienestar.
Incluso pequeños cambios de lenguaje, como sustituir “aislamiento” por “tiempo para mí”, pueden mejorar la percepción propia y social de la soledad.
Los expertos coinciden en que el equilibrio es clave: la conexión con los demás es esencial, pero también lo es la conexión con uno mismo. En una era marcada por la sobreestimulación y la hiperconectividad, quizá el auge del tiempo a solas no sea un síntoma de decadencia social, sino una respuesta natural ante la saturación del mundo moderno.
“Pasar tiempo solo no significa estar solo”, resume una psicóloga. “Significa estar contigo mismo, y aprender a disfrutarlo.”