Las lágrimas no siempre conmueven, ni se consideran señales automáticas de sinceridad. De acuerdo con una investigación realizada por la Universidad de Lodz, en Polonia, nuestra percepción sobre si alguien llora con sinceridad depende más del contexto social y de la personalidad de quien llora, que de las lágrimas mismas.
El estudio, publicado esta semana en la revista científica PLOS One, reunió datos de casi 10 mil 500 personas que evaluaron imágenes de rostros —algunos editados digitalmente para simular lágrimas— acompañados de descripciones de situaciones hipotéticas. Algunos de estos contextos eran percibidos como manipulativos, por ejemplo, una persona que llora para colarse en la fila del médico, mientras que otros eran neutros o no manipuladores, como simplemente esperar en una sala de recepción.
Los investigadores encontraron que las lágrimas aumentaban la percepción de sinceridad solo en ciertos casos, especialmente cuando provenían de personas que no suelen asociarse con expresiones emocionales abiertas, como los hombres o quienes son percibidos como fríos. En contraste, cuando la situación parecía tener una intención oculta o manipuladora, las lágrimas perdían efecto emocional.
“Descubrimos que las lágrimas no son universalmente vistas como una señal de honestidad —su impacto depende del entorno y del emisor—”, explicó Monika Wróbel, líder del equipo de investigación. Además, señalaron que las personas con baja empatía que lloran pueden ser vistas como más sinceras, precisamente porque su llanto se percibe como inusual y, por tanto, más genuino.
El equipo también reconoció que su estudio se basa en imágenes estáticas y situaciones simuladas, por lo que no refleja toda la complejidad del llanto humano real, que incluye vocalizaciones, gestos y movimientos musculares faciales.
Aunque la expresión “lágrimas de cocodrilo” sigue viva en el lenguaje popular para describir un llanto fingido, este estudio refuerza que nuestra evaluación del llanto ajeno no es tan simple como creer o no en las lágrimas: todo depende del quién, cómo y por qué.