En apenas seis años, México ha retrocedido de manera significativa en el Índice de Transición Energética elaborado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), al caer del lugar 37 en 2019 al 55 en la edición más reciente del estudio “Fomento de una Transición Energética Eficaz”, publicado este miércoles.
Este índice, que evalúa a 118 países, mide tanto el desempeño de los sistemas energéticos actuales como la preparación de los países para avanzar hacia un modelo energético más sostenible, equitativo y seguro. En este contexto, México no solo se alejó de las principales economías en la materia, sino que también perdió competitividad dentro de América Latina y el Caribe, ubicándose en la posición 13 de 19 naciones, por debajo de países como Argentina, Bolivia, Brasil y Chile.
El análisis del WEF califica dos factores clave. En cuanto al desempeño energético, México obtuvo una puntuación de 67.3 sobre 100, apenas 10 puntos por debajo del líder global, Suecia. Sin embargo, el gran rezago se evidenció en el rubro de preparación para la transición energética, donde el país alcanzó apenas 39 puntos, cifra que lo coloca cerca del fondo del ranking global, superando por escaso margen a naciones como la República Democrática del Congo.
Este último componente evalúa aspectos como la calidad regulatoria, el compromiso político, la infraestructura energética, la planificación a largo plazo, así como las capacidades en educación, investigación, innovación tecnológica y atracción de inversiones en energías limpias.
En contraste, países nórdicos como Suecia, Finlandia y Dinamarca se mantuvieron a la cabeza del índice gracias a su infraestructura robusta, sus sistemas energéticos bajos en carbono y una visión de largo plazo. Por su parte, China logró avanzar al puesto 12 —su mejor posición histórica—, impulsada por su liderazgo en inversión e innovación en energías limpias, mientras que Estados Unidos se ubicó en el lugar 17.
El informe advierte que, para no quedar fuera de las dinámicas globales de sostenibilidad y competitividad, países como México deberán redoblar esfuerzos en política energética, infraestructura y desarrollo tecnológico.