Un niño que no había sido vacunado murió de sarampión en el oeste de Texas, convirtiéndose en la primera víctima fatal del brote que comenzó a fines del mes pasado y en la primera muerte por la enfermedad en Estados Unidos desde 2015.
El brote en el oeste rural de Texas ha alcanzado 124 casos en nueve condados, lo que lo convierte en el más grande en casi tres décadas, según informaron funcionarios de salud estatales. Además, se han reportado nueve casos adicionales en el este de Nuevo México.
El gobernador de Texas, Greg Abbott, expresó sus condolencias a la familia del menor y aseguró que su administración está en comunicación constante con el Departamento de Salud del estado. «El estado desplegará todos los recursos necesarios para garantizar la seguridad y la salud de los tejanos», declaró su portavoz, Andrew Mahaleris.
Expansión del brote y población afectada
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) confirmaron que esta es la primera muerte por sarampión en el país desde 2015. El brote se ha propagado principalmente en la comunidad menonita del oeste de Texas, una región caracterizada por pequeñas ciudades conectadas por el desplazamiento de sus habitantes para trabajar, asistir a la iglesia y realizar actividades diarias.
Según datos del Departamento de Salud de Texas, la mayoría de los casos se han registrado en menores de 18 años. En el condado de Gaines, que concentra 80 de los contagios, cerca del 14% de los niños en edad escolar han optado por no recibir al menos una vacuna obligatoria.
Importancia de la vacunación
Las autoridades sanitarias han reiterado la importancia de la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR), la cual se recomienda para niños entre 12 y 15 meses de edad con una segunda dosis entre los 4 y 6 años. Esta serie de inmunización es obligatoria para ingresar a escuelas públicas en todo el país, aunque en algunas comunidades religiosas se ha registrado una menor cobertura.
El sarampión es un virus respiratorio altamente contagioso que puede permanecer en el aire hasta por dos horas. Se estima que 9 de cada 10 personas susceptibles pueden contraer la enfermedad si se exponen al virus. Aunque la mayoría de los niños se recuperan, la infección puede derivar en complicaciones graves como neumonía, inflamación cerebral, ceguera y, en algunos casos, la muerte.
Los CDC han informado que continúan brindando apoyo técnico, de laboratorio y suministros de vacunas a la región afectada, aunque la investigación del brote está siendo liderada por el Departamento de Salud de Texas.