Shigemi Fukahori, uno de los “hibakusha” o sobrevivientes del bombardeo atómico de Nagasaki, falleció el pasado 3 de enero a los 93 años en un hospital de su ciudad natal, según informó la iglesia católica de Urakami, donde solía rezar diariamente hasta el año pasado. Los medios locales atribuyeron su muerte a causas naturales relacionadas con su edad.
Fukahori tenía 14 años cuando, el 9 de agosto de 1945, Estados Unidos lanzó una bomba atómica sobre Nagasaki, matando a decenas de miles de personas, incluida gran parte de su familia. El ataque ocurrió tres días después del bombardeo a Hiroshima, que causó la muerte de aproximadamente 140.000 personas. Ambas tragedias llevaron a la rendición de Japón y al fin de la Segunda Guerra Mundial.
Un silencio roto por la paz
Durante décadas, Fukahori se mantuvo en silencio sobre lo ocurrido. Los recuerdos traumáticos y la impotencia que sintió en ese momento lo hicieron reprimir su historia. Trabajaba en un astillero a unos tres kilómetros del punto cero cuando la bomba detonó. Sin embargo, fue hasta hace unos 15 años que comenzó a compartir su experiencia después de un encuentro transformador.
Durante una visita a España, Fukahori conoció a un hombre que había sobrevivido al bombardeo de Guernica en 1937, también cuando tenía 14 años. Esta conexión le permitió expresar sus sentimientos y romper el silencio que había mantenido por décadas.
“El día que cayó la bomba, escuché una voz pidiendo ayuda. Cuando me acerqué y extendí mi mano, la piel de la persona se derritió. Todavía recuerdo cómo se sintió eso”, contó Fukahori a la emisora nacional de Japón NHK en 2019.
Un legado de esperanza y promesa de paz
Fukahori se convirtió en un ferviente defensor de la paz, dirigiéndose a estudiantes y jóvenes para transmitirles su mensaje. Su objetivo era que las nuevas generaciones tomaran lo que llamaba “el testigo de la paz” y aseguraran que la tragedia de Nagasaki no se repitiera nunca más.
Su activismo alcanzó un momento culminante en noviembre de 2019, cuando el papa Francisco visitó Nagasaki. Fukahori fue quien le entregó una corona de flores blancas en el Parque de la Paz, como un símbolo de recuerdo y esperanza.
En agosto de 2020, representó a las víctimas de la bomba atómica durante una ceremonia conmemorativa, donde reafirmó su “promesa por la paz” al declarar: “Estoy determinado a enviar nuestro mensaje para hacer de Nagasaki el último lugar donde se lance una bomba atómica”.
La iglesia de Urakami, un símbolo de esperanza
La iglesia católica de Urakami, donde Fukahori rezaba frecuentemente, está situada a unos 500 metros del punto cero del bombardeo. Su campanario y algunas estatuas lograron sobrevivir a la explosión, convirtiéndose en un poderoso símbolo de resistencia y esperanza para los habitantes de Nagasaki y para el mundo.
El velorio de Fukahori se llevó a cabo el domingo, y los servicios funerarios están programados para este lunes en la iglesia de Urakami. Su hija representará a la familia durante las ceremonias, que se espera reúnan a numerosos ciudadanos y autoridades para rendir homenaje a su legado de paz.
Un mensaje que trasciende fronteras
El testimonio y la lucha de Fukahori no sólo han sido un recordatorio de las devastadoras consecuencias de la guerra, sino también un llamado urgente a trabajar por un mundo libre de armas nucleares. Su historia continuará inspirando a las nuevas generaciones para que tomen su testigo de paz y mantengan viva su promesa de que nunca más se utilicen armas atómicas.