Solomon Grundy, reconocido luchador estadounidense que se convirtió en una de las figuras extranjeras más queridas de la lucha libre mexicana, falleció este lunes 15 de diciembre a los 64 años. La noticia fue confirmada por el exluchador El Dandy, quien compartió cartel y vestidores con Grundy durante su etapa activa en los encordados. Hasta el momento, no se ha informado oficialmente la causa de su muerte.
Conocido como el “Granjero de Kentucky”, Grundy dejó un legado importante tanto en el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) como en Lucha Libre AAA, donde su imponente físico, carisma y estilo rudo lo convirtieron en un personaje inolvidable para la afición mexicana, especialmente durante la década de los noventa. Aunque en años recientes enfrentó diversos problemas de salud, su figura permaneció vigente en la memoria colectiva de los seguidores del pancracio.
Nacido como Tim Hagood en San Antonio, Texas, Solomon Grundy inició su carrera profesional en 1987, pero alcanzó el reconocimiento masivo tras su llegada a México en 1990. Con una estatura y corpulencia fuera de lo común —llegó a pesar hasta 229 kilos— se consolidó como uno de los luchadores más pesados que han pisado los cuadriláteros nacionales. Su imagen, marcada por una barba tupida, cabello largo y overol de mezclilla, lo distinguió como un rudo enmascarado que, fuera del ring, contrastaba por su trato afable y cercanía con el público.
En su trayectoria deportiva, Grundy conquistó campeonatos de parejas en Estados Unidos, como el Texas Championship Wrestling junto a Tug Taylor y el Mid South Championship al lado de Scott Steiner, quien más tarde brillaría en la WWE. En México, aunque no obtuvo títulos, protagonizó rivalidades memorables, en especial contra Brazo de Plata y Aaron Grundy, a quienes rapó en combates que marcaron época y reforzaron su estatus como un antagonista dominante.
Entre sus seguidores era conocido que padecía insuficiencia renal, condición que lo obligó a alejarse de los cuadriláteros y que derivó en una notable pérdida de peso en los últimos años. Su legado permanece en el recuerdo de colegas y aficionados, quienes destacan su capacidad para trascender el personaje rudo y conectar de manera genuina con el público, dejando una marca indeleble en la historia reciente de la lucha libre mexicana.