Redacción
Estados Unidos.- Claudia Gonzales, una latina de 27 años, enfrentó una situación angustiante al descubrir que estaba embarazada después de una relación de pareja tóxica. Lo que más la aterrorizó no fue el embarazo en sí, sino la imposibilidad de abortar en Texas debido a las restricciones impuestas por un «par» de políticos y jueces de Estados Unidos. Esta circunstancia la llevó a viajar en silencio a México para interrumpir su embarazo.
«Anteriormente no me involucraba mucho en la política, pero desde que tuve esta experiencia personal, no comprendo cómo un par de políticos y jueces pueden tener el derecho de decidir sobre nuestros cuerpos”, expresó Claudia a EFE, solicitando que se cambiara su nombre para proteger su identidad.
Claudia, una ciudadana estadounidense de origen mexicano que trabaja en un supermercado en Phoenix y carece de seguro médico, lamentó profundamente que el tema del aborto se haya convertido en un «arma» política. «Yo tomaba pastillas anticonceptivas, sin embargo, al parecer no son tan efectivas cuando tomas antibióticos», explicó sobre su embarazo no planeado.
En octubre de 2023, Claudia sintió una profunda vergüenza mientras esperaba en una clínica comunitaria, sabiendo que su familia católica desconocía su situación. Ignoraba por completo las restricciones al aborto que se habían endurecido desde que el Tribunal Supremo de EE. UU. revocó el caso Roe contra Wade en junio de 2022, eliminando el derecho constitucional al aborto.
«Es una decisión muy personal, muy difícil de tomar, para estar pensando en leyes y regulaciones», relató Claudia, quien descubrió que en Arizona solo podía abortar hasta las 15 semanas de embarazo, y ella tenía casi 17. «Recuerdo la cara de la doctora, me miró con lástima y me dijo que no podía hacer nada, que buscara otras ‘opciones’ quizás en otros estados como California”.
Sin poder contar con el apoyo de su familia ni amigos por miedo a ser juzgada, Claudia enfrentó sola una carrera contra el reloj. Encontró que muchas mujeres en su situación estaban recurriendo a México en busca de ayuda médica y recursos.
«Es increíble pensar que es mejor en México, un país considerado tradicionalista y católico, que ahora las mujeres tengan más derechos y protecciones para tener un aborto que aquí en los Estados Unidos», lamentó.
Pese al costo emocional y económico, Claudia se siente «afortunada» porque, siendo ciudadana, tenía garantizado su regreso a Estados Unidos, una opción que no tienen las mujeres inmigrantes indocumentadas. Contactó una clínica en México, pidió unos días de vacaciones en su trabajo y finalmente pudo abortar.
«Es un dolor físico y emocional muy duro de superar, por esto no entiendo que los políticos estén utilizando el tema del aborto para ganar votos a su favor”, dijo refiriéndose a las elecciones presidenciales de noviembre. Claudia enfatizó que cada mujer tiene razones muy fuertes para tomar la decisión de abortar y que nadie lo hace a la ligera.
Desde su aborto, Claudia solo pudo compartir su experiencia con su madre, quien dejó de hablarle por más de un mes. Ahora, Claudia se preocupa por la retórica del expresidente y precandidato republicano Donald Trump y otros conservadores que buscan restringir aún más el aborto.
“Aplaudo a esas mujeres que deciden seguir con su embarazo a pesar de todo, pero no es justo que el Gobierno y los estados nos estén cerrando las puertas para que las mujeres puedan tener un aborto seguro en nuestro propio país y que tengamos que viajar a otros países como México para tenerlo”, concluyó.