El domingo pasado, cientos de migrantes de diversas nacionalidades partieron desde Tapachula, Chiapas, en una nueva caravana que busca llegar a la Ciudad de México como primer destino y posteriormente alcanzar la frontera con Estados Unidos. La movilización ocurre en medio de las tensiones generadas por la llegada al poder de Donald Trump, quien asumirá la presidencia el 20 de enero con promesas de endurecer las políticas migratorias y llevar a cabo deportaciones masivas.
Luis Rey García Villagrán, representante del Centro de Dignificación Humana, lanzó un mensaje contundente al presidente entrante de Estados Unidos: «Por cada avión que mande a Tapachula va a salir una caravana de migrantes. Por cada ofensa que haga a los mexicanos, se va a bendecir, y por cada persona que deporte, entrarán diez a Estados Unidos«.
El activista señaló que los migrantes son personas trabajadoras que han contribuido al desarrollo económico de Estados Unidos. «Por cada acción de xenofobia o racismo del imperio, los mexicanos y latinos responderemos con bendiciones. Los hermanos de Venezuela, Cuba, Perú, Colombia, Nicaragua y Honduras, todos somos gente de trabajo», afirmó.
Entre los migrantes que integran la caravana se encuentra Dalisha, originaria de Panamá, quien viaja con un grupo de seis personas, incluidos dos menores de edad. Dalisha relató que decidió cruzar México a pie con la esperanza de llegar a Estados Unidos para trabajar y ofrecer un mejor futuro a su familia. «En Panamá no hay empleo, hay violencia, no hay futuro para los niños. El canal de Panamá no es nuestro, es del gobierno. Nosotros debemos trabajar», expresó.
Por su parte, Gorman Almeida, migrante venezolano, manifestó su esperanza de que la llegada de Trump presione al gobierno de Nicolás Maduro. «La situación en Venezuela cada día está peor. El régimen de Maduro está sacando presos de las cárceles, los uniforma y los hace pasar como funcionarios del Estado para reprimir, torturar y extorsionar», denunció Almeida.
Adrián Duarte, integrante de la primera caravana que salió de San Pedro Sula, Honduras, el 7 de enero, recordó que los migrantes buscan una mejor calidad de vida y huyen de la inseguridad, la violencia y la falta de empleo en sus países de origen. «No tengo miedo a las deportaciones. Me pueden regresar diez veces y me voy a volver a meter», aseguró Duarte, quien describió la situación en Honduras como «perra» debido al narcotráfico.
Ante este contexto, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, propuso una reunión entre los ministros de Exteriores de América Latina para abordar los desafíos migratorios. La mandataria ha reiterado su disposición a recibir a los mexicanos deportados, pero insistió en que Estados Unidos debe repatriar a los migrantes a sus países de origen y no concentrar las deportaciones en México.
Sheinbaum subrayó que su gobierno está preparado para afrontar los retos migratorios y apoyar a los connacionales que sean retornados desde Estados Unidos, reafirmando su compromiso con los derechos humanos y la dignidad de los migrantes.