3 de June de 2025 New York

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Permitir que adolescentes prueben alcohol aumenta riesgo de consumo problemático en la adultez, revela estudio

Permitir que niños y adolescentes prueben alcohol, aunque sea bajo la supervisión y con el consentimiento de sus padres, incrementa significativamente el riesgo de desarrollar un consumo problemático en la adultez temprana, concluye un nuevo estudio publicado en la revista científica Addictive Behaviors.

La investigación, realizada entre 2009 y 2018 con 387 adolescentes desde los 11 años y uno de sus padres, reveló que 8 de cada 10 jóvenes había probado alcohol con permiso paterno. Los investigadores dieron seguimiento a estas familias durante años, analizando aspectos como la edad de inicio en el consumo, el contexto familiar y social, y los efectos posteriores entre los 18 y 20 años de edad.

Los resultados fueron contundentes: los adolescentes que bebieron con el consentimiento de sus padres presentaron mayor frecuencia y volumen de consumo en la adultez temprana, así como más síntomas de trastorno por consumo de alcohol, incluyendo autolesiones, arrepentimiento por conductas bajo los efectos del alcohol y consecuencias físicas y emocionales. Además, la edad de inicio —aunque fuera desde los cinco años— no redujo el impacto negativo.

Según los autores del estudio, muchos padres creen que permitir a sus hijos probar alcohol en casa o en reuniones familiares funciona como una estrategia preventiva, con la idea de quitarle el «misterio» o enseñar un consumo responsable. No obstante, la evidencia científica indica lo contrario.

“Este tipo de permiso puede generar la percepción de que el consumo de alcohol es aceptado o normalizado desde edades tempranas, lo que modifica las creencias del adolescente sobre los efectos positivos y minimiza los negativos”, advierten los investigadores.

La investigación también exploró factores de riesgo adicionales, como la personalidad del menor, la presión de grupo o la forma en que los padres comunican sus normas. Aunque los hallazgos no distinguen entre un sorbo ocasional y un consumo más frecuente, los autores señalan que cualquier exposición temprana puede tener efectos acumulativos y duraderos.

Este estudio representa una llamada de atención para padres, educadores y autoridades de salud pública, en un contexto donde el alcohol es muchas veces parte de las dinámicas familiares y sociales. También sugiere que se requieren mensajes claros y campañas educativas que disuadan la práctica de permitir a menores beber, incluso “solo para probar”.

Finalmente, los autores sugieren que futuras investigaciones profundicen en el impacto del entorno, la frecuencia del consumo y la personalidad del menor, con el fin de diseñar estrategias preventivas más efectivas frente al inicio temprano del consumo de alcohol.

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