El comercio mundial de productos falsificados sigue representando un grave desafío para las economías y la seguridad pública. En 2021, el valor de estos bienes ascendió a 467 mil millones de dólares, lo que equivale al 2.3% de todas las importaciones a nivel global, según el más reciente informe elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO).
El informe, que analiza datos de incautaciones y aduanas a nivel mundial, identifica a China y Hong Kong como los principales focos de origen de los productos pirateados. En términos de valor de las mercancías confiscadas, China representó el 47% y Hong Kong el 27%, mientras que Turquía también tuvo un rol significativo, con más del 15% del total de artículos interceptados.
En el caso específico de la Unión Europea, el peso del comercio ilícito fue aún mayor: el 4.7% de sus importaciones correspondieron a bienes falsificados, con un valor estimado de 117 mil millones de dólares. Aunque esa cifra muestra una ligera mejora respecto a 2019 —cuando alcanzó el 5.8%, equivalente a 134 mil millones—, las autoridades advierten que el problema sigue siendo crítico.
Entre los productos más pirateados a nivel global en 2021 se encuentran la ropa y las zapatillas deportivas, que concentraron más del 20% de las incautaciones. Les siguieron los artículos de piel (cerca del 20%), y en menor proporción, electrónicos y relojes (más del 5% cada uno). Sin embargo, al medir el impacto en valor económico, los relojes lideraron con casi el 25%, seguidos por zapatillas (15%), ropa y artículos de piel (entre 12% y 13%), y electrónicos (10%).
El informe también alerta sobre un fenómeno creciente: las falsificaciones peligrosas, como piezas de automóviles, medicamentos, cosméticos, juguetes y alimentos, que suponen graves riesgos para la salud y la seguridad de los consumidores. Además, los servicios postales y plataformas digitales se han convertido en los principales canales de distribución, facilitando el acceso directo al consumidor final y dificultando el control.
“El comercio ilícito amenaza la seguridad pública, socava los derechos de propiedad intelectual y obstaculiza el crecimiento económico”, advirtió Mathias Cormann, secretario general de la OCDE. Asimismo, alertó que los riesgos podrían aumentar con el uso de nuevas tecnologías por parte de los falsificadores, lo que les permite operar de forma más encubierta y eficiente.
El informe plantea la necesidad de reforzar la cooperación internacional, modernizar los marcos legales y aplicar tecnologías de rastreo más eficaces para contener un fenómeno que, lejos de ceder, evoluciona con rapidez.