En un intento por revertir la grave caída en la tasa de natalidad, el gobierno de Rusia ha iniciado una ofensiva cultural contra lo que denomina la “ideología sin hijos”, señalando a populares producciones internacionales como Game of Thrones, Sex and the City y la franquicia de Harry Potter como posibles promotoras de este pensamiento.
El regulador de telecomunicaciones ruso, Roskomnadzor, anunció que a partir del 1 de septiembre prohibirá la difusión de contenidos que “fomenten o justifiquen” la decisión de no tener hijos, tanto en medios tradicionales como en plataformas digitales. Las películas, series y anuncios que difundan esta ideología no recibirán certificados de distribución, y los cines en línea y redes sociales deberán eliminar ese contenido de inmediato.
La medida se produce tras la aprobación de una ley que prohíbe la “propaganda pública de las ideas de elegir voluntariamente no tener hijos”, en una Rusia que enfrenta una alarmante disminución poblacional. Se estima que el país podría pasar de 146 millones de habitantes actuales a 132 millones en dos décadas, y la ONU advierte que para inicios del próximo siglo la población podría reducirse casi a la mitad, hasta los 83 millones.
Las autoridades han señalado escenas y personajes de series populares como ejemplos de esta supuesta propaganda. Incluso se ha mencionado que la profesora McGonagall, personaje de Harry Potter, al no tener hijos, podría estar representando esta ideología, aunque, según medios oficialistas, “se desconoce si fue una elección consciente o un problema de fertilidad”.
Esta ofensiva cultural se enmarca en un conjunto de políticas más amplias para revertir la crisis demográfica: Rusia ha restringido el acceso al aborto y a métodos anticonceptivos, ha ofrecido incentivos económicos a mujeres embarazadas y, en 2023, se llegó a proponer la liberación de mujeres presas por delitos menores para que pudieran procrear.
«Sin niños, no habrá país», advirtió el presidente de la Duma Estatal, Viacheslav Volodin, al defender la nueva legislación en septiembre de 2024. Por su parte, Elvira Aitkulova, una de las autoras del proyecto de ley, afirmó que la medida “no interfiere en las decisiones personales, sino en la propaganda pública”.
Las sanciones por infringir esta normativa incluyen multas de hasta 400 mil rublos (alrededor de 5 mil dólares) para particulares, 800 mil rublos para funcionarios (unos 10 mil dólares), y hasta 5 millones de rublos (más de 62 mil dólares) para empresas.
Esta política ha generado preocupación entre analistas y defensores de los derechos humanos, quienes advierten sobre una creciente censura cultural y una imposición ideológica que restringe la libertad de expresión y de elección personal en Rusia.