La creciente demanda global por sustancias psicodélicas está llevando al borde del colapso a una especie emblemática del norte de México: el sapo del desierto de Sonora. Así lo reveló una investigación presentada en la conferencia Psychedelic Science, celebrada recientemente en Denver, Estados Unidos.
El anfibio, conocido por secretar 5-MeO-DMT, un potente compuesto alucinógeno, ha visto mermadas varias de sus poblaciones en la última década. La captura masiva, impulsada por la popularidad del llamado “viaje del sapo”, ha generado daños severos en su hábitat y un estrés constante por el ordeño repetido de sus secreciones.
“En poco más de una década, hemos puesto a esta especie en peligro de extinción en nombre de la sanación y la expansión de la conciencia”, advirtió Anny Ortiz, directora de terapéutica clínica del Instituto Usona, organización sin fines de lucro especializada en investigación psicodélica. Ortiz, quien creció en Sonora, ha documentado junto a la profesora Georgina Santos-Barrera, de la UNAM, un dramático declive poblacional de la especie entre 2020 y 2024.
En visitas a diez sitios en Sonora y Chihuahua, las investigadoras encontraron alrededor de 400 sapos adultos y 2,000 juveniles, con la desaparición total de al menos tres poblaciones. Además, los ejemplares hallados eran considerablemente más pequeños, lo que sugiere una disminución en su capacidad reproductiva.
La problemática se agravó desde 2014, cuando diversos medios comenzaron a difundir el uso recreativo del 5-MeO-DMT y su supuesta —pero infundada— relación con rituales indígenas. Desde entonces, se han creado “iglesias del sapo” y retiros psicodélicos en Estados Unidos, mientras que extranjeros acuden a México en busca de los animales. Esta actividad ha transformado al sapo en un recurso económico para comunidades locales, que lo capturan y mantienen en condiciones precarias.
Aunque el sapo del desierto de Sonora figura actualmente como especie de “preocupación menor” en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), Ortiz y Santos-Barrera buscarán que se actualice su estatus ante la creciente presión que enfrenta. También urgirán al gobierno mexicano a otorgar protección nacional a la especie.
Estados Unidos ya ha propuesto incluir al sapo en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES), cuya votación se llevará a cabo en noviembre. Sin embargo, Ortiz subraya que las regulaciones no bastan si no se logra modificar el comportamiento de los consumidores.
“Existe una versión sintética del 5-MeO-DMT, idéntica a la natural, sin necesidad de afectar al sapo”, explicó. “No hay ninguna ventaja añadida por usar las secreciones del animal, que además contienen compuestos cardiotóxicos”.
A medida que la presión sobre esta especie aumenta, los impactos también se extienden al ecosistema: el declive del sapo ha coincidido con un aumento de plagas agrícolas en la región. “Sin estos depredadores naturales, ya estamos viendo consecuencias ecológicas importantes”, concluyó Santos-Barrera.