Han pasado seis años desde que el mundo escuchó por primera vez el nombre de Wuhan y comenzó una de las etapas más oscuras de la historia reciente. El Covid-19, provocado por el virus SARS-CoV-2, transformó la vida cotidiana, paralizó países enteros y obligó a millones de personas a confinarse en sus hogares. Aunque hoy el virus ya no es tan letal como en sus primeras oleadas, sigue presente y activo, con un saldo oficial de más de siete millones de muertes a nivel global.
Desde aquel primer caso detectado en China, la ciencia no ha dejado de interrogarse sobre el comportamiento del virus: cómo se propaga con tanta eficacia, cómo muta con rapidez y, sobre todo, cómo logra infiltrarse en el organismo humano y utilizarlo para replicarse. Entender estos mecanismos se ha convertido en una prioridad mundial, no solo para combatir el Covid-19, sino para anticiparse a futuras pandemias.
En este contexto, un hallazgo reciente ha encendido nuevas alertas y esperanzas. A finales de septiembre, la revista Nucleic Acids Research Molecular Medicine, de la Universidad de Oxford, publicó un estudio encabezado por científicos de la Universidad Federal de São Paulo, en Brasil, que revela una estrategia inédita del SARS-CoV-2 para evadir las defensas del cuerpo humano.
Los investigadores confirmaron que el virus no solo esquiva al sistema inmunitario antes de ingresar a la célula —algo común en otros patógenos—, sino que también actúa en un segundo y más sofisticado frente: manipula directamente el material genético de las células humanas, una táctica nunca antes observada con esta complejidad.
“El SARS-CoV-2 no se anda con rodeos. Interactúa con la célula huésped de forma extraordinariamente sofisticada y directa, manipulando su material genético como ningún otro patógeno”, explicó Marcelo Briones, coordinador del Centro de Bioinformática Médica de la Facultad de Medicina de São Paulo.
El estudio detalla que el ARN del virus se empareja con distintos tipos de ARN de la célula infectada, interfiriendo en su maquinaria interna y bloqueando la producción de interferón, una proteína clave del sistema inmunitario encargada de coordinar la defensa antiviral. Sin interferón, el organismo queda prácticamente desarmado frente a la infección.
A diferencia de virus como el de la viruela o el papiloma humano, el SARS-CoV-2 no posee ADN, sino ARN, una característica que le otorga una enorme capacidad de mutación. El ARN actúa como ejecutor de la información genética: copia, transporta y pone en marcha las instrucciones necesarias para producir proteínas, base de la vida celular. Al interferir en este proceso, el virus logra tomar el control de la célula.
La gran pregunta ahora es si será posible revertir este bloqueo. Ese es uno de los principales objetivos del equipo de Briones: encontrar la forma de “desbloquear” al interferón y fortalecer la respuesta inmune incluso después de que el virus haya penetrado en la célula. El conocimiento generado podría abrir la puerta a vacunas y tratamientos más eficaces.
“Descubrimos que el ARN interactúa tanto con moléculas del virus invasor como con componentes cruciales de la respuesta inmunitaria, algo sumamente interesante desde la biología fundamental”, subrayó el investigador.
Seis años después, el Covid-19 ya no domina los titulares como antes, pero sigue recordando al mundo que la amenaza persiste. Cada avance científico no solo honra la memoria de millones de víctimas, sino que también acerca a la humanidad a un futuro mejor preparado, con sistemas de salud más sólidos y una respuesta global más coordinada ante las pandemias que, tarde o temprano, volverán a poner a prueba a la humanidad.