En una bodega en el centro de Missouri, un líquido lechoso fue rociado sobre una carga de semillas de maíz. En él, había bacterias genéticamente modificadas que, al ser plantadas, podrían generar nutrientes directamente en el suelo, reduciendo la necesidad de fertilizantes químicos en la agricultura y combatiendo así el cambio climático.
La empresa responsable de esta innovación es Pivot Bio, una startup respaldada por figuras como Bill Gates y Al Gore. Sus semillas tratadas ya se utilizan en un 5 % de los cultivos de maíz en Estados Unidos, y se estima que el año pasado evitaron la emisión de alrededor de 706 mil toneladas de dióxido de carbono, un ahorro comparable a la quema de 1.5 millones de barriles de petróleo.
El uso de fertilizantes químicos, una industria de 200 mil millones de dólares, es una de las principales fuentes de contaminación climática. Su producción y aplicación emiten gases de efecto invernadero, tanto en forma de dióxido de carbono como de óxido nitroso, un gas más potente que el propio CO₂. Esta tecnología podría reducir su uso en un 20 % y hasta en un 50 % en el futuro.
La técnica de Pivot, que consiste en alterar bacterias para que continúen produciendo nitrógeno en el suelo, genera también escepticismo. Expertos como Kendra Klein, de la organización Amigos de la Tierra, advierten sobre los posibles riesgos de introducir billones de bacterias modificadas en ecosistemas complejos. Otros críticos, respaldados por fabricantes de fertilizantes químicos, sostienen que estas semillas no incrementan el rendimiento de los cultivos de manera comprobable.
En el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), los científicos buscan también alternativas a los fertilizantes. Christopher Voigt, un pionero de la biología sintética, ha diseñado organismos que convierten el nitrógeno del aire en nutrientes, pero reconoció que esta tecnología debe ser ampliamente adoptada para alcanzar objetivos climáticos.
“Hay que elegir”, comentó Voigt. “Emisiones de gases de efecto invernadero o uso de un organismo genéticamente modificado. No se puede afrontar el desafío sin tecnología”.
Los esfuerzos de empresas como Pivot y laboratorios académicos son un indicio de una posible revolución en la agricultura moderna, en la que las semillas y los microbios podrían hacer más por el medio ambiente que los fertilizantes convencionales.