La soledad, esa silenciosa compañera que muchas veces pasa desapercibida, tiene un impacto más profundo en los adolescentes de lo que se pensaba. Un reciente estudio publicado en la revista Communications Psychology revela que apenas cuatro horas de aislamiento social bastan para que un adolescente sienta un intenso impulso por encontrar recompensas que alivien su sensación de vacío. Este hallazgo pone de manifiesto la vulnerabilidad de los jóvenes a periodos breves de soledad, un fenómeno que podría tener consecuencias significativas en su bienestar.
Livia Tomova, quien lideró el estudio desde la Universidad de Cambridge y actualmente en la Universidad de Cardiff, explica que este impulso por buscar recompensas puede ser una herramienta evolutiva destinada a fomentar la reconexión social. Sin embargo, en un mundo donde las oportunidades de interacción están limitadas, las alternativas pueden ser menos saludables, incluyendo el consumo de alcohol o drogas.
El estudio, que involucró a 40 adolescentes de entre 16 y 19 años, mostró que el uso de redes sociales puede mitigar la sensación de soledad, aunque no sin controversia. «Las redes sociales pueden provocar soledad en algunos adolescentes, pero nuestro estudio sugiere que esta relación es compleja», afirma Sarah-Jayne Blakemore, autora principal del informe. A pesar de este consuelo digital, la investigadora advierte sobre los posibles efectos perjudiciales que podrían surgir de su uso prolongado.
En un contexto mundial donde la soledad adolescente se ha duplicado en la última década, este estudio arroja luz sobre la necesidad de entender mejor cómo la soledad afecta el comportamiento juvenil. Las investigadoras subrayan que, aunque a menudo se señala a las redes sociales como culpables, múltiples factores sociales podrían estar contribuyendo a este fenómeno.
Este estudio no expuso a los participantes a conductas de riesgo, pero sí a recompensas inmediatas como imágenes de interacciones sociales positivas o juegos que permitían ganar dinero. Estos resultados sugieren que, sin un entorno propicio para la interacción social saludable, los adolescentes pueden verse tentados a buscar gratificaciones que ponen en riesgo su bienestar.