España– Andrew H., un joven turista holandés, compartió en sus redes sociales una experiencia inquietante vivida en Barcelona, donde él y sus amigos fueron objeto de gritos e insultos mientras cenaban en una terraza. Este incidente es reflejo del creciente rechazo al turismo masivo en España, que en 2023 recibió 85 millones de visitantes, casi el doble de su población.
Ciudades como Barcelona, Palma de Mallorca y Sevilla han visto surgir protestas vecinales exigiendo el control del turismo, culpable de aumentar el costo de vida y transformar los barrios tradicionales. La organización Greenpeace destaca la necesidad de un turismo más consciente y sostenible, mientras que economistas como Pablo Díaz Luque señalan la dualidad del sector: generador de riqueza, pero también de problemas sociales y ambientales.
Plataformas ciudadanas realizan acciones simbólicas y protestas para frenar la masificación. Pere Joan Femenia, vocero en Palma de Mallorca, declaró que las movilizaciones continuarán para enviar un mensaje claro: «Turistas, vuelvan a sus casas y déjennos en paz.»
Por otro lado, Juan Molas, presidente de la Mesa del Turismo, advierte sobre el impacto negativo que estas acciones podrían tener en la imagen de España como destino, lo que podría desviar turistas a otros países.
El ministro de Turismo, Jordi Hereu, asegura que España sigue siendo un país hospitalario, pero reconoce la necesidad de políticas públicas que aborden el malestar ciudadano y gestionen mejor el turismo. La situación plantea un desafío complejo entre la prosperidad económica y la convivencia social.