El dolor de un corazón roto no es solo una metáfora. La ciencia ha demostrado que las experiencias de rechazo social —como el fin de una relación, la pérdida del trabajo o la exclusión de un grupo— pueden generar un dolor real, muchas veces percibido en la zona del pecho.
Un estudio publicado en la revista Annals of Behavioral Medicine el 14 de febrero de 2020 encontró que este sufrimiento emocional puede mitigarse a través de una combinación inesperada: el perdón y el uso de paracetamol (acetaminofén en Estados Unidos).
La investigación, liderada por George Slavich, director del Laboratorio de Estrés de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), siguió a un grupo de adultos durante tres semanas. Los participantes fueron divididos en tres grupos: quienes recibieron un gramo diario de paracetamol, quienes recibieron una pastilla placebo y quienes no tomaron nada.
Al mismo tiempo, los investigadores evaluaron sus niveles de perdón con cuestionarios diarios. Los resultados fueron reveladores: los participantes que tomaron acetaminofén y mostraron una mayor disposición a perdonar experimentaron una reducción del 18.5% en el dolor social a lo largo de 20 días.
“Creemos que el paracetamol actúa en vías cerebrales específicas para disminuir el dolor, mientras que el perdón reduce el estrés y la ira generados por el rechazo social. Juntos, funcionan de manera sinérgica para aliviar el sufrimiento emocional”, explicó Slavich.
Más allá del alivio inmediato, los científicos advirtieron que el dolor social no debe subestimarse. Estudios previos lo han vinculado con depresión, disminución de la función cognitiva, aumento de la agresividad y conductas autodestructivas como la toma excesiva de riesgos o la procrastinación.
Slavich sugiere que este dolor físico podría ser una señal de alarma biológica: un aviso de que una relación significativa se ha roto y de que es necesario repararla o buscar nuevos lazos para garantizar seguridad y bienestar.
En un mundo donde el aislamiento y el rechazo social son cada vez más comunes, la investigación abre la puerta a comprender mejor cómo sanar heridas invisibles. Y confirma algo profundo: perdonar no solo libera el alma, también ayuda al cuerpo a sanar.